Entre el derrotismo irreductible y el embelesamiento exacerbado, Paraná se levanta todos los días con sus desafíos a cuestas. En un ciclo de la historia repleto de restricciones y demandas insatisfechas, la evaluación y las proyecciones de la intendenta, Rosario Romero, pueden servir para conversar sobre lo que nos une: el territorio compartido.
Paraná es una ciudad de curiosas convivencias. Pueblerina y cosmopolita, salvaje y refinada, la exuberancia natural y la solidez del ladrillo entrelazan concordias y desacuerdos que hacen oscilar a los perplejos que se quejan de sus ruindades urbanas y a los que sueñan con otro futuro para la nobleza de sus paisajes y la bonhomía de su gente.
Así como el río da y quita, las oportunidades de desarrollo y la frustración por las puertas empecinadas en cerrarse modelan el barro de un vínculo ciudadano que cada tanto conviene revisar, sin apuros, con la parsimonia de una visita dominguera.
Paraná, además de capital de provincia, de atractivo turístico, de nodo universitario, de enclave económico, de centro político, es un espacio cohabitado donde el día a día construye un sentido de pertenencia. La idea de esta entrevista es compartir la opinión y la experiencia de una ciudadana que ocupa un lugar privilegiado. La cabeza del gobierno local. El alma, si se lo que prefiere. Quien ejerce el más alto liderazgo.

El diálogo de Tekoha con la intendenta Rosario Romero procuró enlazar la aventura o desventura diaria de vivir en Paraná con aquellas esferas que nos proyectan hacia la ciudad anhelada, sin olvidar por qué caminos conviene realizar la travesía compartida.
No busca ser un material para confirmar posiciones previas, sino un pretexto para charlar sobre algunos de los aspectos que nos constituyen en una comunidad.
–¿Con qué te encontraste al asumir?
–Con un municipio ordenado, aliado a la provincia y la Nación en un esquema de realización de obras significativas, estratégicas, lo que en los hechos desapareció. Al menos hasta hoy, la Nación no ha continuado ni siquiera aquello que estaba en marcha y la participación de la provincia en proyectos de desarrollo para la ciudad es prácticamente inexistente.
Entonces, tuvimos que hacer un plan de austeridad, de ahorro, de mucha prudencia en el gasto para todas las dependencias. Ahora mismo estamos por cerrar un acuerdo con YPF Ruta para optimizar la gestión de la flota de vehículos municipales.
Decidimos adaptarnos a que podemos hacer aquello que nosotros estamos en condiciones de financiar. Fue un cambio muy grande.

–Así suena.
–En presupuestos anteriores, los financiamientos nacionales y provinciales representaban gran parte de la inversión pública que se realizaba en la ciudad. Pero acá estamos dando el presente, con planes, con obras por todos los rincones de la ciudad y con mejores expectativas a futuro.
–¿Qué balance hacés de este primer año de gobierno?
–Es excelente, en el sentido de que hemos logrado -con la participación de los trabajadores municipales y con fondos propios- recuperar la capacidad de obras públicas, prestar los servicios y adquirir equipamiento.
Entre aquellas que se llevan adelante a través de empresas, destaco que hemos retomado la instalación de una cañería para impulsar agua potable desde la Planta Echeverría al Centro Distribuidor Lola Mora, lo que mejorará la distribución en un sector importante de la ciudad.
En el mismo sentido, subrayo el reinicio del saneamiento integral del arroyo Las Viejas. Ya hoy hay un salto de calidad, pero cuando esté terminado sus aguas llegarán al río en mucha mejor situación, lo que impactará positivamente en la playa del Thompson, nuestro principal balneario.
Además, mantenemos diálogo con los cuatro sindicatos municipales, lo que propició que tengamos paz en nuestro vínculo con los trabajadores, que por ejemplo hayamos incorporado los concursos, mientras hemos ido viendo cómo recuperar la capacidad del salario. Esto ha sido una preocupación continua.
Es una buena señal que tengamos muchos objetivos de gestión vinculados con obras, con mejoras para todo Paraná.

–¿Por ejemplo?
–Uno de ellos refiere al tratamiento y la disposición final de los residuos, que estamos trabajando con la provincia y con los gobiernos del área metropolitana. En los últimos días firmamos un convenio para constituir un consorcio para institucionalizar este abordaje.
También tenemos vigente la Marca Ciudad, que es un acuerdo permanente con distintos sectores. Y lo que implica el hecho de que todos los días estemos en obra, terminando con fondos municipales aquellos proyectos que quedaron pendientes por falta de financiamiento de Nación o provincia, y realizando nuevas.
El factor humano no puede estar separado de los proyectos de gobierno; por eso tenemos un programa que se llama Construir valores, desde donde apoyamos a los clubes e instituciones deportivas que fortalezcan y promuevan los valores esenciales en la comunidad a través del deporte, la cultura y la participación activa de los jóvenes.
Asimismo estamos conformando un banco de tierras. Si bien no parece que vayamos a tener planes de vivienda social en la ciudad, el registro nos permitirá analizar los casos de personas que quieran edificar y no cuenten con lote.
Estas líneas de acción se sostienen gracias a la buena recaudación, producto de que la ciudadanía responde con el pago de tasas.
–¿Cuál es el programa de gobierno que anima estas políticas?
–Apuntamos a una ciudad sostenible, sustentable, animada en el diálogo con la ciudadanía, con recreación de espacios públicos y mejoras sustanciales en servicios que son esenciales como el agua potable o el alumbrado, que va camino a ser 100% LED según un plan que ya estamos ejecutando.
Vamos por una ciudad que mejore el tratamiento de sus residuos y la prestación de sus servicios, y que sostenga la realización de obras, descriptas en el presupuesto 2025 porque es vital comunicarlas, paso previo a la búsqueda de consensos con la sociedad.
Promovemos una ciudad verde que a la parquización le agrega un ambicioso plan de arbolado, pero también la educación en buenas prácticas que resguarden la salud de la población, promuevan formas más humanas de convivir y fomenten el deporte y la actividad física.
En fin, una ciudad capital que aspira a tener mejor calidad de vida.

–¿Cómo caracterizás el contexto político que te tocó en suerte?
–Es muy difícil. El gobierno nacional planteó un cambio muy fuerte en relación al Estado: no les gusta hablar de Estado presente, de justicia social, de promoción humana. Con el objetivo de gestión que formulan hasta puedo coincidir, como la contención del gasto, la eliminación de erogaciones superfluas, el saneamiento de las cuentas y el combate de la inflación.
Coincido con esas premisas generales: es evidente que la inflación es un fenómeno dañino para la sociedad, los gobiernos, las empresas, los asalariados y las familias. Pero no veo que haya interés en discutir las condiciones que se necesitan para el desarrollo humano o los contextos de fomento de la industria y el comercio para la multiplicación del trabajo formal y digno.
En cuanto a las inversiones de interés público es cierto que hay renglones donde la empresa privada puede tener mayor injerencia en los términos que participan de la ecuación de rentabilidad, pero hay muchas otras que si no las hace el Estado directamente no se harán y que son vitales para las comunidades.
Más allá de estas cuestiones, cuando asumió el presidente Javier Milei prometió que las obras que estaban ejecutándose se iban a continuar. En eso incumplió. El acceso a Paraná por la ruta 12 y la entrada al Parque Industrial estaba en un 80% de avance y actualmente está parada. Estas decisiones no son sustentables a futuro como política de Estado.
–¿Y con el gobierno provincial?
–Se da una particularidad: tenemos mucho diálogo, nos encontramos, planificamos, nos ponemos de acuerdo en prioridades de gestión, pero el gobierno provincial está ante una virtual imposibilidad de realizar obras en la ciudad. Ojalá eso mejore.
Rescato que el diálogo con el gobernador Frigerio y con distintos funcionarios es excelente, democrático, y que coincidimos en aspectos que son razonables, propios de la administración.

–¿Cuáles son las potencialidades de la ciudad?
–Tenemos una excelente prestación de servicios, lo que no significa que no se pueda mejorar. Se ve claro en el tema residuos: no pueden seguir yendo a un basural a cielo abierto, hay que producir menos y clasificarlos en los domicilios y, en paralelo, insistir en la búsqueda de fondos para construir una planta de tratamiento de efluentes cloacales y un colector sur.
En el corto plazo, vamos a mejorar sustancialmente los espacios públicos, haremos un distrito cultural que hará florecer un sector de la ciudad con emprendimientos turísticos y gastronómicos, con una agenda de propuestas para disfrutar.
En paralelo, aspiramos a dar un salto de calidad en cuanto a la red de distribución de agua potable para capitalizar mejor la producción de altísima calidad de la planta de Echeverría. El reemplazo de cañería obsoleta es un trabajo arduo, que a la ciudad le puede llevar 15 años. Pero hay que ir haciéndolo.
Por otro lado, la tecnología LED producirá un ahorro en el alumbrado público, pero además redundará en beneficios para la calidad de vida de la población y la seguridad.
Proyectamos estimular el diálogo ciudadano para construir una Paraná sustentable. Mientras tanto, iremos agregando valor a las distintas zonas con un esquema de obras que procurará atender las necesidades de las comunidades. En breve, pondremos en marcha el Centro Municipal San Agustín, tal como ya sucedió con el de Bajada Grande, en una dinámica que nos llevará a cubrir la ciudad.
Está en obra el Parque Gazzano, se está extendiendo la red de agua en el barrio San Martín y hay trabajos pequeños y medianos en los distintos rincones. Somos un gobierno con sensibilidad social, que tiene un equipo mirando la ciudad en su integralidad.
–¿Qué pasará con el servicio de colectivos?
–Hemos propuesto un pliego de condiciones que está siendo sometido a consultas de parte de instituciones de la ciudad. Los estamos escuchando a todos y aquellas contribuciones que sean razonables para el actual contexto las vamos a tomar, naturalmente.
En los primeros meses de 2025 tendrá lugar el proceso licitatorio. Es una decisión tomada. Queremos que una parte de la flota sea eléctrica o a gas, además de las comodidades mínimas que reclama el transporte de personas. En el interín, estamos mejorando las garitas.
La idea es que cuando las empresas estén operando sea apreciable la diferencia con lo que actualmente tenemos.
A los vecinos quiero decirles que vamos hacia un transporte lógico, conforme a los tiempos que corren. Como se sabe, el gobierno nacional dejó de aportar todo tipo de subsidios al país, salvo en el AMBA, un área que evidentemente la gestión Milei privilegia. Los intendentes nos hemos quejado de todas las formas posibles, pero es difícil imaginar que vaya a haber cambios en esta materia.
–¿Qué significa un transporte lógico?
–Que los recorridos serán más directos, un poco más troncales, en busca de una ecuación que tenga rentabilidad para el prestador y que proponga una tarifa que el ciudadano y el Estado puedan pagar, sin afectar las gratuidades y los descuentos.
La ciudad necesita que volvamos al colectivo, a un servicio de calidad que recupere la masividad perdida. Así será más ordenada la movilidad urbana. Si el punto de partida es satisfactorio para todas las partes, progresivamente se podrán ir analizando las mejoras que pidan los vecinos.
–¿Qué asunto sentís que si no se le presta atención ahora se convertirá en un problema serio en el futuro?
–La red de distribución de agua. Siempre hay que estar atentos a esto. Con la inversión que estamos realizando resolveremos una demanda irresuelta en el este y el sureste. Pero hay que seguir de manera sostenida.
En paralelo, hay que avanzar con el tratamiento de residuos y la planta para efluentes cloacales. Son las deudas que tenemos como ciudad y hay que inscribirlas en un plan de largo aliento que supera las posibilidades de una única gestión.

–En el habla cotidiana de muchos paranaenses suele aparecer la referencia a Santa Fe como ciudad. ¿Hasta qué punto son extrapolables los modelos?
–Paraná es singular en su topografía. Nuestras lomadas multiplican los costos de impulsión, por ejemplo, para el agua potable o los líquidos cloacales.
Otra ventaja de Santa Fe es que con los años ha sabido sostener un servicio de transporte urbano de pasajeros a un costo parecido al nuestro, pero con flotas mucho más confortables. Es notable de los colectivos que circulan en una y otra ciudad. Creemos que la convivencia o la competencia de varias empresas es un factor que debe haber influido el estado actual del servicio.
Por otro lado, ellos han hecho la planta de disposición de residuos sólidos urbanos y en ese terreno nos sacan ventaja. En ese punto, junto a la Provincia y los gobiernos locales de Oro Verde, San Benito, Colonia Avellaneda y Sauce Montrull queremos pensar en un área donde tratar nuestros residuos como estos tiempos exigen.
–¿Hay un plan para jerarquizar el Puerto Nuevo? La zona de la dársena es un cementerio flotante de hierro viejo…
–Necesitamos que la Nación transfiera esas instalaciones. Estamos haciendo fuerza para ello. La Provincia también. Una vez que la ciudad recupere ese espacio, nos encantaría que las inversiones repotencien esa zona.
A las gestiones las estamos haciendo y el gobierno provincial nos acompaña. Ojalá se pueda concretar.
Mientras tanto, estamos mejorando la zona del Thomson, de Puerto Sánchez y deseamos que la conexión de ese paraje y El Morro con el resto del borde costero sea más fluida. Pero nos encontramos con el escollo de que esas instalaciones son del gobierno nacional. Cuando la transferencia opere, la ciudad podrá darse un plan de intervención que mejore la estructura urbana y potencie su aprovechamiento y atractivo.