Inscripto entre los que conscientemente se entregan a la refriega de la batalla cultural, el periodista Gustavo Campana hace una interpretación crítica del presente y lo vincula con procesos anteriores. De visita en Paraná, analizó la realidad como si sus eventos fueran parte de capas geológicas, en la que los intereses populares se enfrentan a viejos y recientes exponentes del “poder real”.
Lector consuetudinario, Gustavo Campana es un periodista formado en la escuela cívica de la discusión política. La primera impresión es que pertenece al grupo de personas que no sólo propicia el debate: busca protagonizarlo, como si el rol del periodista no se ciñera a crear las condiciones suficientes para que suceda la comunicación de ideas y aceptara que parte del trabajo es no desentenderse de la responsabilidad social de la profesión u oficio que abrazó.
No se trata de un elogio en sí mismo. De hecho, pueden no compartirse los puntos de vista que exprese, los énfasis, las omisiones; y no faltará el que después de escucharlo, verlo o leerlo lo caracterice como Campana hace con aquellos con quienes confronta.
La sospecha es otra: que ante el micrófono y las cámaras, ante la pantalla y el teclado, en una charla con público presente o en un almuerzo familiar, Campana habla de la vida desde el muelle del periodismo y que la idea de alterar lo que cree injusto es su motor reflexivo.
Si su expresión oral reflejara lo apilado en los estantes, en la biblioteca de su casa deben tener un lugar destacado los libros de política, economía, sociología e historia. Escuchar, revisar, preguntar, observar, juntar datos sueltos y analizarlos, le permite enfrentar la campaña de deshistorizar, encargada de producir desclasados, según un diccionario al que recurre frecuentemente.
Campana estuvo en Paraná para presentar el libro Milei, la nueva estafa neoliberal. El acto, organizado por la Asociación de ex presos/as y exiliados/as de Entre Ríos La Solapa, se desarrolló en la sala Mariano Moreno, ante una interesante cantidad de asistentes que, contestes al estilo del autor, le dieron rienda suelta a la participación, mediante preguntas o a través de comentarios.

A la presentación del material le siguió la puesta en escena de una especie de programa de radio en un estudio abierto, a la que se integró Gabriel Torres.
Mientras se afinaba la guitarra, a un costado del espacio donde se desplegaría Funes, el memorioso, Campana subrayaba que “hace un rato largo que algunos sectores de la sociedad argentina padecen un analfabetismo político fabricado a medida que impide que millones descubran quién es su verdadero enemigo”.
Mientras respira profundamente y repasa por dentro la rutina que desandará, se prepara para poner patas arriba lo que define como el relato hegemónico, el del poder real.
Le gusta esa expresión: poner patas arriba. La repite. La tiene incorporada. Un interlocutor cualquiera estaría tentado a producir una conexión con el uruguayo Eduardo Galeano, que hizo un libro para explorar las contradicciones y absurdos que se enseñan en “la escuela del mundo al revés”. Queda claro que para Campana, el aula es su ejercicio de la práctica periodística.
Pero a diferencia del escritor uruguayo, el comunicador ejerce una discursividad directa, sin rococó: es un abogado que busca desenmascarar lo que presenta como las claves del engaño, ante un hipotético tribunal.
Luego de escuchar su exposición, se puede aventurar que comparte la premisa fundamental con el correntino Raúl Scalabrini Ortiz (1898-1959), enfocado en desmembrar las claves culturales del imperialismo. “Todo lo que nos rodea es falso o irreal. Es falsa la historia que nos enseñaron. Falsas las creencias económicas con que nos imbuyeron. Falsas las perspectivas mundiales que nos presentan y las disyuntivas políticas que nos ofrecen. Irreales las libertades que los textos aseguran”.

–¿Cómo surge Milei, la nueva estafa neoliberal?
–Continuamos la experiencia que hicimos junto con Editorial Colihue, con Prontuario (2017) y Culpables (2018), dos libros que analizaron al macrismo en tiempo real. Lo hicimos basados en que si se repetía por tercera vez desde 1976, la misma columna vertebral del plan económico neoliberal que ejecutaron Martínez de Hoz y Cavallo, podíamos contar el final del cuento sin pasar por “Había una vez”.
Y en este caso repetimos la experiencia, porque Milei lleva adelante desde el primer día, un programa de achique, ajuste, deuda, fuga, patria financiera, industricidio y desocupación. Si con el importado se mata a la industria nacional y desde la Casa Rosada se implementa un plan de negocios basado en la especulación financiera para llenar los bolsillos del “poder real”, a la Argentina le sobran 18 o 20 millones de habitantes.
Sin línea de producción, sin ciencia y tecnología propia, sin distribución de la riqueza y sin justicia social, no hay Nación. Hay una colonia que cosecha materias primas y que apuesta al extractivismo y que se transforma, pese a su pasado manufacturero, en una compradora compulsiva de productos elaborados.
Razones
–Si bien el título es un claro indicio, ¿cuál es tu hipótesis respecto al proceso?
–El neoliberalismo es una promesa eterna, que utiliza a los salarios de los trabajadores y a las jubilaciones, como variable de ajuste. Promete “revolución de la alegría” o “dolarización”, mientras arma las condiciones para una transferencia de recursos fenomenal, desde los bolsillos más débiles a las cuentas bancarias más poderosas.
No se trata de una corriente nueva, es una nueva estación de un fenómeno viejo. Son la adaptación al siglo XXI, de los viejos conservadores y liberales.
–¿La estafa es cultural, política o económica?
–Toda medida económica es política y toda medida política es económica. Para que millones abracen a su verdugo, es necesario activar una batalla cultural, que se encargue de mostrar al lobo siempre como cordero. Es fundamental demonizar a los procesos populares que buscan pleno empleo, salarios dignos y derechos laborales, e instalar que esos períodos de bienestar son sinónimo de corrupción.
–La emergencia de Milei se debe, en tu apreciación, ¿a la derechización de la sociedad o al fracaso de los proyectos de desarrollo para las mayorías?
–La historia no se juzga por el último fotograma de una película tan larga; ese error podemos dejarlo exclusivamente en mano de los muy jóvenes sin data sobre el pasado reciente, con “ignorancia inducida” por la realidad ficcional mediática, sobre los efectos sociales y económicos de la última dictadura, menemismo-Alianza y macrismo.
Los proyectos populares en la Argentina, construyeron la Ley Sáenz Peña, la reforma universitaria, fundaron YPF, crearon la industria nacional, fomentaron ciencia y tecnología nacional y pusieron dos satélites geoestacionarios en el espacio.
Los proyectos populares crearon los derechos laborales y visibilizaron la pelea de los sectores que estaban ocultos en los márgenes. Los proyectos populares decretaron la independencia económica (1947), reestructuraron toda la deuda externa (2005 y 2010) y le pagaron la totalidad de la deuda al FMI (2006).
Los proyectos populares se corporizaron también a través de matrimonio igualitario o identidad de género. Los proyectos populares consiguieron el mejor salario medido en dólares de América latina y una distribución del PBI del 51% para los trabajadores (2015).

Redes
–¿Por qué permeó tanto la idea de que hay una casta enquistada en lugares claves que piensan primero en ellos? ¿Qué rol desempeñan los políticos y cuáles los empresarios y los medios?
–El discurso de la derecha, apunta a que todo lo que esté fuera de su círculo, es parte de una trama armada para el saqueo de la Argentina. En realidad, es una histórica proyección que el neoliberalismo hace sobre esa imagen. El “poder real” y su árbol genealógico, son los privilegiados.
Los medios de la prensa hegemónica, son escuderos del Círculo Rojo, desde la creación de Papel Prensa; un proceso que por goteo desde hace 49 años, acusa sin pruebas y condena por convicciones.
–Hay cierta alternancia en las incursiones neoliberales, ¿cómo caracterizarías el proceso que tuvo lugar desde 1983 hacia acá?
–El alfonsinismo fue un período de consolidación del sueño democrático, encorsetado por la herencia maldita que dejó la dictadura (desmantelamiento del aparato productivo, deuda externa, desocupación y hambre). Pero en cinco años y medio equivocó los caminos para salir de la trampa y quedó en manos de los planes monetaristas que se implementaron desde el ‘85 y nunca apostó a un modelo productivo. Fue el noble juicio a las ex Juntas Militares, pero también la Obediencia Debida y el Punto Final.
–Llegamos al 89…
–Así es. La traición menemista al voto peronista fue el primer capítulo en democracia del neoliberalismo en la Argentina. Convertibilidad, para perder soberanía monetaria, dolarizar la economía cotidiana y triplicar la deuda para sostener la mentira del uno a uno, durante más de una década.
Fue indulto para consolidar la impunidad parida a partir de 1988, con el nacimiento de las leyes de perdón y fue entrega de Malvinas en el Pacto de Madrid.
La Alianza no corrigió el rumbo, cayó pidiendo deuda (Blindaje y Megacanje) y sucumbió al perfume de la corrupción (Ley Banelco). Cuando encarceló los ahorros del pueblo, dejó 39 cadáveres en las calles de todo el país. Clubes del trueque, fábricas recuperadas y 14 cuasimonedas.
Néstor Kirchner asumió con el inventario del desastre de la derecha a cuestas: 24% de desocupación y 53% de argentinos debajo de la línea de pobreza. Los doce años del kirchnerismo terminaron con apertura indiscriminada de importaciones y regresamos a la industria nacional. Volvieron las paritarias y con salarios fuertes se dinamizó el círculo virtuoso de la clase media. Moratoria previsional para los que sufrieron estafa laboral, Asignación Universal por Hijo para desocupados y trabajadores no registrados. Se iniciaron los procesos de desendeudamiento y no toma de deuda nueva. En materia de derechos humanos, fin de las leyes de perdón y banquillo de los acusados para los genocidas, con el fin de restablecer memoria, verdad y justicia.

–Estamos ante el fenómeno político del PRO…
–El de Mauricio Macri fue un plan de valorización financiera, con lawfare y presos políticos. Tercer industricidio, regreso al Fondo Monetario, desocupación de casi dos dígitos y desaparición de casi 30 mil unidades productivas. Negacionismo sobre los crímenes de la última dictadura y el intento de meter dos jueces por decreto en la Corte Suprema. Mesa judicial, Comodoro Py y Gestapro. Su final, dijo demasiado: derrota en primera vuelta, después de primer mandato.
En la era Alberto Fernández, no gobernaron los votos que lograron la victoria y a partir del acuerdo con el Fondo, se desdibujaron todos los sueños de un gobierno nacional y popular. Casi dos años y medio de un presidente encerrado en su propio laberinto, sin deseos de enfrentar al “poder real” y cercado por los monopolios, que en la puja distributiva, le generaron un espiral inflacionario para recuperar las ganancias perdidas en la pandemia.
Momentos
–¿Cómo caracterizarías el momento que vive la práctica periodística en la actualidad?
–La verdad está en tensión, es el eje de la pelea entre periodistas populares y operadores del neoliberalismo.
–En general tus libros aluden a problemas sociales y políticos. ¿Qué te parece que no está dicho en ese terreno?
–Es necesario poner de pie a la verdad histórica. Contar quiénes fuimos, de dónde venimos. Hay que contar el dolor padecido y las victorias contra viento y marea del pueblo, convertido en actor político.
–¿Es casualidad que la presentación del libro se complete con Funes, el memorioso, un espectáculo de historia y música?
–Funes, el memorioso nació como programa de radio en 2011 y estuvo en el aire de la AM 750 hasta 2019. Se materializó en más de 300 radiodocumentales, que reflejan nuestra historia contemporánea. Desde 2019, se convirtió en un espacio para contar y cantar la historia.
En esta oportunidad, celebramos la unión conceptual con la presentación del libro.


–¿Qué del personaje borgeano es aplicable a la realidad argentina?
–Hay que resignificarlo. En el cuento de Borges, aparece un hombre atormentado por recordarlo todo y nosotros trabajamos para enamorar con la historia, para convocar al debate desde el conocimiento del pasado.
–¿Cómo surgió ese espectáculo?
–La idea nació cuando buscamos llegar al oyente y al que desconocía el ciclo, desde otros caminos. En estos años hicimos puestas con artistas invitados (Julio Lacarra, Leonardo Pastore, etc.); reportajes con protagonistas de la historia; actores y actrices con textos que giraban alrededor de la propuesta y con el artista plástico, Carlos Micó, presentando obras ligadas a nuestras temáticas. Se fue construyendo una linda experiencia artística, con claridad política.
–¿Qué lugar ocupa Milei, la nueva estafa neoliberal en tu producción?
–Fue mi octavo libro. Antes Prontuario: No hay neoliberalismo sin traición, Culpables: Proyecto de país vs. modelo de colonia, Mundial 78: Tribunas sin pueblo, Recuerdos del peronismo (Guiones de Funes, entre 1943 y 1956), Néstor Kirchner: No les tengo miedo, Malvinas 1982: La cuarta guerra contra el imperio británico y Batalla inconclusa: 40 años de democracia.
–¿Qué proyectos están en el tintero?
–En diciembre saldrá una obra a 50 años del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976.











