Desde lo alto del borde oeste de la costanera de Paraná, un yaguareté peculiar vigila una profundidad de aguas arriba y se deleita con la hilera de palmeras que antecede a un paisaje de islas.
La pieza escultórica rinde homenaje al felino más grande de América Latina y tercero a nivel mundial, después del tigre de bengala y el león. Su especie está amenazada por la deforestación, la pérdida de hábitat y la cacería.
El nombre yaguareté es de origen guaraní y significa la verdadera fiera. Su fuerza, belleza y misterio protagonizan leyendas, mitos y, también, anécdotas e historias que se van transmitiendo de generación en generación.

El Yaguareté es una obra en bronce, de 1935, del escultor argentino Emilio Jacinto Sarniguet (1887-1943). Otras dos copias están ubicadas en el Parque Chacabuco (CABA) y en el Zoológico de Buenos Aires.
Pero sólo aquí, desde la barranca, puede custodiar el río más largo de América del Sur, luego del Amazonas. Y, de reojo, cuando se desdibuja su ADN carnívoro, se deja llevar por las conversaciones de los que matean en ese fabuloso sistema de terrazas que le da un toque singular al Parque Urquiza.
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