Durante septiembre, bajo el título Paraná en tiempo de colores, Griselda De Paoli compartirá un puñado de acuarelas inspiradas en coordenadas identificables de la capital provincial. La artista fue entrevistada por Tekoha.
Una antigua técnica, que hunde sus raíces en los tiempos de la invención del papel, le permite a Griselda de Paoli conformar una galería de rincones y lugares de Paraná, tal como ellos han quedado impregnados en su memoria.
La investigadora se ha dejado cautivar por la aventura de jugar con colores al agua para producir una muestra en la que es la ciudad añorada la que se despliega tras las figuras y los fondos, los tonos de luz y sombra y los planos de color y valor.
Con entrada libre y gratuita, la exposición está disponible desde hoy en el Archivo Histórico, Alameda de la Federación 222. Los contingentes escolares que la visiten podrán explorar también en la sencillez expresiva de una técnica milenaria, lo que inscribirá la recorrida en una propuesta pedagógica.
La serie de trabajos podrá recorrerse los días hábiles, de 7.30 a 12.30, durante septiembre, mes que concentra el día del maestro, del bibliotecario, del profesor, del preceptor, de los estudiantes y de los directores de escuelas.
Tekoha entrevistó a De Paoli, inquieta ciudadana paranasera, investigadora de la historia, artesana platera y, aunque ella se despegue de esa caracterización, artista plástica.

–¿Cómo está formalmente compuesta la exposición Paraná en tiempo de colores?
–Son 15 trabajos en acuarela, focalizados temáticamente en lugares y marcas de nuestra ciudad. Las obras han sido producidas a lo largo de varios años y, en todo caso, constituyen hoy una especie de serie, en la que algunas piezas ya circularon hacia otros dueños.
–Fuiste del estudio de la historia a la artesanía en plata, ¿cómo se integra este fervor por las acuarelas?
–Todo tiene que ver con todo, dijo alguien. En primer lugar, es importante decir, por una cuestión de respeto, que no soy una artista plástica, no he estudiado formalmente artes plásticas.
En realidad, podría describirme como una profesora de Historia a quien su formación disciplinar le ha servido de marco para explorar distintos haceres.
Diría que lo que me interesa es la transformación de los materiales, que una placa de alpaca o de plata sobre la que trabajo se convierta en una pieza funcional o decorativa y que su diseño me lleve a consultar bibliografía, otras producciones, las técnicas de ayer y de hoy; que el color de una pastilla de acuarela me permita homenajear las marcas históricas de la ciudad en que vivo y sea un motivo para compartir miradas, criterios, emociones y hasta pueda tener la posibilidad de, como en este caso, formar parte de una propuesta pedagógica que me vuelve a conectar con mi condición de docente; que pueda aún sorprenderme con la magia de trazar diseños en un vidrio, tallándolo.


–¿Por qué la acuarela?
–Fue una nueva incursión. Estudié sumi-e con Shosaku Saito durante 7 años y en 1996 mi profesor se fue a vivir a Japón y me quedé sin Sensei. Me costaba trabajar sola y encontré en la aguada, en el Taller de Elsa Bosco, la posibilidad de explorar el uso de la acuarela con una técnica cercana al sumi.
Estuve en el taller también unos 6 o 7 años hasta que Elsa no dio más clases. Dejé un tiempo, en el que de vez en cuando buscaba mis pinceles y me incorporé hace dos años al de Ellina Cramella. Indudablemente los talleres son sumamente importantes y generan algo de colectivo, el pintar juntos, el aprender del otro, la novedad de productos nuevos, todo esto en una actividad que es individual pero que florece cuando alguien a cargo puede ayudarnos a seguir creciendo.

–¿Hay un hilo conductor entre la historia, la platería y las acuarelas o la producción plástica es más libre?
–Sin duda que sí, para cualquiera de estas prácticas con distintos materiales he acudido a la historia, he buscado sus orígenes, sus transformaciones y su proyección en el presente. Ese es el tronco común.
–¿Por qué la exposición se difunde como una propuesta educativa para escuelas primarias?
–Quiero destacar la iniciativa del Archivo General de la Provincia, esencialmente una propuesta educativa para el nivel primario, lo que me parece maravilloso. Es el principal público para el que tenemos que generar proyectos. Me pareció hermosa la propuesta, pensé enseguida en lo maravilloso de poner en contacto generaciones diferentes, qué mejor para ello que utilizar imágenes sencillas, pero con la alegría de los colores, que nos permitirán recibir expectantes las opiniones del público más frontalmente crítico. Los chicos que concurran con sus escuelas podrán también hacer sus propias obras e indagar acerca de las que estarán expuestas.


–¿Por qué será el Archivo la sede de esta exposición?
–En primer lugar, porque el Archivo quiere celebrar el 26 de agosto, ya que, en esa fecha, en 1826, la Villa de la Bajada se transformó en ciudad.
Asimismo porque quienes trabajan allí están siempre en busca de propuestas nuevas, desafiantes, que acerquen no solo a investigadores sino a quienes están en plena formación, para que sepan que hay una institución que tiene a su cargo la custodia de la memoria documental de la provincia en que viven y que hay cosas de nuestro patrimonio común que deben preservarse para el futuro y apelan, para ello, a la virtualidad para extender las posibilidades de llegar a otros con la propuesta realizada; pero también al encuentro en directo con las pinturas, en este caso, y con otras personas.