El fin de ciclo que implicó el cambio de signo partidario de los gobiernos nacional y provincial ha puesto a la política entrerriana en un punto de agitación e incertidumbre, no importa cómo le haya ido a cada sector en los comicios de 2023. Un repaso por el presente de cada fuerza permite asomarnos a la fragilidad de los márgenes de maniobra.
Aunque por distintos motivos, los colectivos mayoritarios comparten la preocupación por el presente y futuro. Están tironeadas por la fuerza centrífuga del descreimiento ciudadano hacia proyectos de conjunto y la centrípeta de las diferencias internas, sean de estrategia o entre dirigentes.
A su vez, los partidos de menor desarrollo, sean provinciales o municipales, hicieron lo que pudieron ante el protagonismo excluyente que ejerció la elección general de 2023. En general, se acoplaron a tácticas aliancistas o frentistas con agrupamientos más consolidados o resistieron con poco éxito a la polarización a la que empujó la ingeniería electoral.
A unos y a otros les comprende un desafío similar: presentar un nuevo programa ante la sociedad que actualice un vínculo propositivo que luce desgastado y que auspicie la suscripción de un contrato cívico lo suficientemente cautivante como para encarar con otro talante el camino hacia el cincuentenario de la recuperada vigencia de institucionalidad democrática.

Dos décadas después
Uno de los más afectados por las contingencias electorales fue el peronismo, que dejó de ser gobierno luego de 20 años. Se toma real dimensión del sacudón si se tiene en cuenta que hasta el 10 de diciembre de 2023 había toda una generación de entrerrianos que no conocía gestiones provinciales dirigidas desde otro signo partidario. Queda para el debate, por otro lado, si en la hipotética virtud de la permanencia no estuvo prosperando el germen de la derrota.
Sin que ningún afiliado se sienta dueño del poder de fuego que significa ocupar el despacho más relevante de la Casa de Gobierno y sin liderazgos simbólicos indiscutidos a escala distrital, el PJ se atrincheró -no sin dificultades- como la principal fuerza de oposición en la Legislatura. También se proyectó desde algunos gobiernos locales clave, como el de Paraná con Rosario Romero, el de Concepción del Uruguay con José Lauritto y el de Villaguay con Adrián Fuertes.

Al ser un partido tradicional, marcó presencia asimismo en concejos deliberantes de ciudades grandes, medianas y pequeñas. Finalmente, en un contexto político adverso, el papel de la representación parlamentaria (entre ellos, el ex gobernador Gustavo Bordet) se diluyó o pasó desapercibido.
La significación de los presidentes municipales se manifiesta en las autoridades del último congreso partidario (Lauritto presidente y Romero, vicepresidente). Allí, se resolvió incorporar a las minorías que alcancen el 25% de los votos en las elecciones internas, señal clara de que la intención es evitar eventuales desgranamientos. En las intervenciones hubo planteos autocríticos.
“Fue el congreso más democrático que recuerde”, evaluó a su término el diputado nacional (mc) Marcelo Casaretto: otra evidencia de que una de las estrategias es contener, objetivo que se piensa alcanzar también reinsertando la práctica del debate transversal y la consulta de los temas de agenda, como la reforma electoral que impulsa el gobernador Rogelio Frigerio.

En ese sentido, la Liga de Intendentes Justicialistas aparece como un espacio político donde hay actividad. Con reuniones periódicas y posicionamientos públicos, se advierte un intento por formar redes que propicien acuerdos futuros. Se verá qué éxito tiene este plan.
Ese esfuerzo por reunir los fragmentos necesita acompasarse con una estrategia legislativa que lo reposicione ante la sociedad. La discusión en torno a las reformas electoral y previsional puede ser una ocasión para comprobar si el PJ ha encontrado el tono desde donde sintonizar con los intereses de lo que fuera su electorado.
Oficialismos
Hay otros tres colectivos que han validado su representación institucional. El PRO, con Frigerio a la cabeza, opera como un notorio factor aglutinante. En el gobierno provincial, el partido que a nivel nacional lidera Mauricio Macri tiene como aliado estratégico a la UCR; de hecho, el PRO ha integrado a distintas expresiones internas a la gestión, más allá de que se reserve para sí los lugares destacados.
En ese contexto, el PRO encuentra en La Libertad Avanza un aliado por ahora coyuntural, sobre todo en la Cámara de Diputados de la provincia.
A nivel nacional, el Gobernador intenta hacer equilibrio dialéctico para no enfrentarse en la esfera pública con Milei. Es más, lo ha apoyado con declaraciones y asegurando votos en el Congreso, sin que la diligencia del mandatario entrerriano haya sido correspondida ni con mínimos gestos por parte del libertario.
En fin, es difícil imaginar cómo se sostendrá esa relación, que ha quedado en el limbo de las definiciones pendientes.

Si para muestra del entrevero sirve un botón, corresponde reparar en que el gobierno del presidente Javier Milei firmó la designación de Sebastián Etchevehere (ex candidato a Gobernador por LLA en 2023) en la delegación local de la Anses y también la de Pedro Galimberti como vicepresidente de la Delegación Argentina ante la Comisión Técnica Mixta de Salto Grande, lo que además le quitó una banca al radicalismo en la Cámara de Diputados de la Nación, ya que su reemplazante es del PRO (Nancy Ballejos).
Tranqueras adentro, Frigerio debe afrontar una serie de problemas domésticos que se agravan a medida que la economía excluye, sin aportes de la Nación, ni directos ni indirectos. Esa ausencia de la Casa Rosada en el territorio produce un impacto que es palpable en la construcción de viviendas, la reparación de caminos asfaltados y de suelo natural, el financiamiento de las políticas previsionales, educativas y de salud y la transformación administrativa del Estado, por citar algunas.
A escala ciudadana, las protestas se intensifican y los sectores afectados tienden a encolumnarse detrás de propuestas de resistencia. Los sondeos indican que, con la caída de las hojas del almanaque político, los apoyos explícitos hacia Frigerio han menguado o son mucho menos eufóricos. La comunicación digital ha dado señales de que en visita a distintas localidades el propio Gobernador debió tomar atajos para esquivar la rechifla de sus críticos. Cuál es el límite de la propuesta libertaria de ‘vivir con lo propio’ que está dispuesto a aceptar la Casa Gris, es la pregunta sin respuesta.
En los lugares destacados de la agenda de Frigerio, figuran para 2024 la reforma electoral y la reforma previsional, que ya ha generado fuertes cruces.
Una impresión es que, si Frigerio cuenta con una fórmula para contener los distintos frentes internos para que su legitimidad como gobernante no se vea afectada, todavía no parece haberla aplicado.

Un dilema radical
En términos políticos, el PRO está encolumnado detrás de Frigerio, mientras la UCR de Entre Ríos aparece absorbida en la alianza de gobierno. De hecho, es poco contundente la presencia social del Foro de Intendentes Radicales y a nivel partidario no se advierte una preocupación por dinamizar los espacios de participación de los afiliados ni por aceitar los vínculos entre quienes tienen responsabilidades institucionales.
Como en el peronismo, aunque en otro sentido, en la UCR no hay liderazgos indiscutidos, en un contexto en el que, si bien el socio principal de Frigerio es Atilio Benedetti, hay otros nombres propios que están inquietos por el cuadro de situación. Las opciones que se le presentan no son tantas: se reconstruye como opción de poder para sentarse a discutir, no sólo a escuchar propuestas; o se subsume en la estrategia de Frigerio y, entonces, puede soñar con mantener el actual tipo de alianza o ver qué hace si la interna nacional lo empuja al Gobernador a unirse a LLA.
El crecimiento en Entre Ríos de los libertarios que leudó la candidatura presidencial de Milei, tuvo su cimbronazo entre los partidos chicos. Algunos han sido parte de la confluencia que le dio entidad jurídica a LLA provincial; otros, prefirieron aliarse con Frigerio; un tercer grupo fue solo y vio drenar el apoyo electoral que supieron conseguir por obra y gracia de la polarización. También ellos se preguntan qué les deparará el futuro y, mientras algunos tejen sus estrategias con las lanas desgastadas de la vieja política, están los que se preguntan qué deben reformular para volver a contar con apoyo ciudadano cierto.
Los que se mantienen con la intensidad acostumbrada son los grupos de izquierda, presentes en cada marcha reivindicativa y en todas las protestas callejeras. No obstante, también a ellos les interesaría encontrar la manera de que esa militancia sostenida se traduzca en una cantidad de votos que le permita incidir de otro modo en los espacios de decisión.
Como se ve, en el arco político provincial reina la incertidumbre, en un entorno que ha instalado que es más fácil fijar posiciones públicas -muchas veces irreconciliables- que exponer con fundamento un punto de vista, animarse a discutir y analizar las condiciones de posibles acuerdos.