A pura carcajada, la Compañía Teastral se propone vencer el paralizante frío del sábado 31 cuando desde las 18 presente “Valga la redundancia (Manso desconcierto)”. El espectáculo que protagoniza Ezequiel Caridad se desarrollará en Casa Boulevard. La entrada fue fijada en 5.000 pesos.
Un payaso desconcertado y un piano movedizo se la tendrán que ingeniar para sostener la risa transparente en lo que dure Valga la redundancia, donde los oficios de payaso y músico se entremezclan.
La obra bien podría asociarse a la metáfora del iceberg. Lo evidente, lo que está ante los ojos, es la propuesta unipersonal de un payaso músico. Pero para que emocione y haga reír sobre el escenario, en esa décima parte de lo visible según el principio de flotabilidad de Arquímedes, hay una estructura subyacente que se va poblando de nombres propios entre quienes desarrollan funciones técnicas, que se amplía aún más si se tiene en cuenta a todos los talentosos que tuvieron que ver con la arquitectura de la pieza y su materialización en una puesta.
La idea es hacer disparar la alegría en un rango que va de la sonrisa a la risotada a partir de situaciones cuya comprensión no sabe de edades ni reclama pertenencia a ninguna condición especial, salvo la de ser humano
Para conocer detalles de la propuesta Tekoha entrevistó a Ezequiel Caridad, protagonista de la obra.
–¿En qué consiste Valga la redundancia (Manso desconcierto)?
–Es un espectáculo de la Compañía Teastral, un proyecto escénico musical, una investigación entre la relación teatro-payaso-música. Es una propuesta en la que no hay uso de la palabra verbal, sino que toda la comunicación se da a través de la música, lo físico, gestual y emocional. Pero principalmente lo musical como principal canal de comunicación entre el actor y los espectadores.
Me gusta decir que es un espectáculo de payaso clásico, donde las situaciones que le ocurren se convierten en rutinas típicas de payasos, como las que sucedían en aquellas carpas de circo que recorrían pueblos y ciudades.
Desde hace muchos años investigo y entreno en el arte del payaso y todo lo que eso conlleva, como por ejemplo el humor físico, el gag; y es aquí donde entra lo redundante, en el tropezón o la caída que se repite una y otra vez. Terminar siempre en el suelo es lo redundante.
Manso es un payaso excéntrico musical, un concertista que quiere dar un concierto, hacer bien las cosas; pero su naturaleza payasa hace que todo se convierta en un accidente hasta terminar todo en caos.
–¿Con qué se encontrarán quienes asistan a la función?
–Se van a encontrar con un espectáculo en el que prima la risa, la diversión sana, se van a entretener y emocionar. Pero, sobre todo, se van a divertir. Es lo que busca esta propuesta, que el espectador se deje llevar por las distintas ocurrencias del payaso.
–¿Qué historia se cuenta?
–En “Valga la redundancia: Manso desconcierto” no hay una historia, un cuento; me gusta considerarlo más como una “situación” que le ocurre al personaje.
Manso ingresa a escena a brindar un concierto de música, clásico. Pero todo a su alrededor es signo de accidente, de tropezón, de gag; Pero los instrumentos, objetos y dispositivos le juegan una pícara pasada que lo hace terminar siempre en el suelo. Y desde ahí se desprende todo el abanico de situaciones disparatadas.

–Por la hora de la función, más allá el frío, debe ser un espectáculo para toda la familia.
–Si, es una propuesta para toda la familia. Puede ser disfrutado por todos y todas.
–¿Desde cuándo la están poniendo en escena? ¿Con qué repercusión?
–La estrenamos a comienzos de julio del 2024 y desde entonces se ha presentado en distintos escenarios de Paraná, alrededores y en casi toda la provincia. En muchas oportunidades también en la provincia de Santa Fe y el año pasado salimos de gira por Chaco, Corrientes y Formosa.
En julio de este año vamos a visitar Asunción, Paraguay; Posadas Misiones y volveremos a recorrer Formosa, Chaco, Corrientes y visitaremos también Córdoba. Y más a finde año vamos a circular por Uruguay, nuestro país vecino.
En todos los casos, la repercusión ha sido muy buena, el público agradece porque prima el humor, la risa, la carcajada, la diversión. El espectador se olvida de todo y se entrega al disfrute.
–¿Cómo surgió la idea de hacer la obra y cómo fue el proceso de construcción?
–La idea de este espectáculo surge en pandemia, momento en el que estaba tomando una formación en dramaturgia del payaso con el maestro Gabriel Chame Buendia. Teníamos que escribir y crear material con lo que teníamos en nuestra casa, al alcance de nuestras manos.
Hace mucho quería hacer algo con un piano. En mi casa tengo un piano vertical, acústico y me puse a investigar las distintas posibilidades que ofrece el objeto, mas allá de lo musical; la propuesta le gustó al maestro y me dijo: “tenés que tener un piano con ruedas”, entre tantas otras cosas.
Ahí es donde ingresa Alfredo Godoy Wilson, lo llamo y le digo necesito un piano vertical en miniatura con el que pueda generar estos accidentes, y le explico lo que quería. Lo anecdótico es que le digo, hacelo sin tiempo; y al mes me dice: ya está lo tuyo. Me caí de c***.
Después de eso hablo con Julián Dal Colleto, para que me ayude en la construcción de todas las ideas musicales. Trabajo con un instrumento muy particular que se llama “concertina” y quería tocar con unas pistas de fondo, Julián se encargó de eso y de ordenar todas las ideas musicales.
Luego la llamo a Andrea Fontelles para la construcción del vestuario, yo no buscaba algo que simplemente me vista; sino un vestuario que funcione -además- como dispositivo escénico; y Andrea en ello es especialista.
Después pasó un poco de tiempo, casi dos años en el que tuve todo ahí en el tintero y fui corrigiendo y agregando cosas al dispositivo escénico, como un sistema de sonido incluido y demás; hasta que a comienzos del 2024 me comunico con Tovio Velozo y con él fue el impulso para terminar de ordenar las ideas que estaban escritas, darle forma; con su mirada desde afuera como director de las escenas y llegar al estreno.
Ficha técnica:
Payaso: Ezequiel Caridad
Dispositivo escénico: Alfredo Godoy Wilson
Vestuario: Andrea Fontelles
Producción musical: Julián Dal Colleto
Asistencia: Tovio Velozo
Gráfica: Regina Righelato
Fotos: Mateo Oviedo
Dirección y Producción: Compañía Teastral
Duración: 40 minutos