Duelar o no duelar, esa es la cuestión

29 agosto 2024 4 minutos
Redacción

La obra Desde el borde se presenta como un puente para pensar y sentir desde lo viviente la presencia inevitable de la muerte.

La influencia de lo que nos precedió es perceptible. Se manifiesta en nuestras formas de existir, de sentir y de pensar. Son legados que nos constituyen. Herencias que reelaboramos y que a su vez comunicamos a otros seres para los que un día seremos evocación ardiente, de esas que laten contra toda evidencia.

Así, de la inquietud cotidiana a la escritura, de textos desordenados al expurgo de un guion, lo visto y lo escuchado se han ido mezclando con la experiencia propia, lo viviente y lo que aparentemente ya murió para conformar esa masa sensible que el calor de las artes escénicas transformó en Desde el borde. Requiém teatral para nuestros muertos, un ritual que inaugura temporada este viernes 30 de agosto desde las 21, en Casa Boulevard (Ituzaingó 80).

Gustavo Bendersky y Melina Forte serán alfareros de sentido, ceramistas que crean desde lo inerte, decididos a cuestionar la creencia de que un silencio que olvida es el destierro mejor, más saludable, para las ausencias.

Si la memoria es el médium de estas manifestaciones, probablemente la idea sea asomarnos con otra sensibilidad a una realidad multidimensional que el mito biologicista ha circunscrito de manera atroz.

Se recomienda hacer la reserva al 343 5040901 porque la sala estará más llena de lo que parece.

Gustavo Bendersky y Melina Forte, protagonistas de Desde el borde.

Diálogos del más acá

Los actores y la directora aceptaron el convite de Tekoha y en ese carácter fueron entrevistados.

–¿De qué trata Desde el borde?

–El espectáculo se propone como un manifiesto contra la idea occidental del duelo. Ese mandato social que apura los procesos y confina a nuestros muertos a la mudez total, al olvido y al silencio. Inspirado en experiencias propias de quienes integran el equipo de trabajo y en el libro A la salud de los muertos, de Vinciane Despret, la obra ensaya y divaga en diversos modos de seguir vinculándonos con nuestros difuntos, cuestionando la idea de la muerte como fin absoluto de la vida.   

En un desván silencioso donde el paso del tiempo fue acumulando recuerdos y presagios, dos personajes conversan, se recriminan, cantan, sonríen, bailotean y se acechan por momentos. Uno de ellos sabe que el ciclo ha concluido y prepara su partida, el otro está dispuesto a cualquier artimaña para retrasar hasta lo imposible aquello que no se puede evitar. En el epicentro de ese vórtice, los espectadores.

–¿Son relatos en primera persona o situaciones ficcionalizadas?

–El impulso inicial del espectáculo nace claramente de vivencias personales, fundamentalmente de la dramaturga Melina Forte. No obstante, hay una tarea primero dramatúrgica y luego actoral y de puesta en escena que construye un pequeño mundo ficcional en el que dos personajes trazan y cruzan permanentemente estos límites lábiles y difusos entre lo que vive y se olvida, lo que muere y perdura.

Nuestros muertos interactúan constantemente con quienes estamos de este lado, nos cuestionan, interceden, envían mensajes, prestidigitan conjuntamente eso que llamamos destino, quizás por no saber nombrarlo de otro modo.

El espectáculo murmura escénicamente una reflexión desde este lado, desde el borde que no hemos cruzado aún pero que sabemos que algún día cruzaremos indefectiblemente.

–¿Cómo se abordan las ausencias y por qué creen que puede resultar atractivo para el espectador?

–Desde la idea de que las ausencias también son presencias que nos atraviesan, que son parte de nuestra vida, de nuestro cotidiano, de los rituales que realizamos a menudo.

La obra aborda una situación que nos compete a todos los seres vivos: la finitud de la vida y la relación con esa condición. Además,  deposita en la escena esta temática de un modo coloquial, exenta de gestos solemnes, abre interrogantes y sugiere perspectivas, apelando al humor, a lo danzado, a lo dicho y lo no dicho.

Desde el borde recopila pequeñas ceremonias y acciones que en algún momento hemos realizado con y para nuestros muertos.

Desde el borde nos hará dialogar con nuestros muertos en Casa Boulevard.

–Melina Forte, ¿cómo surgió el proyecto y cómo se materializó?

–A partir de muertes extremadamente cercanas. Particularmente dos muertes que se dieron muy próximas la una a la otra en el tiempo: la de mi padre y de mi perra Juana, quien fue mi compañera durante más de 15 años.

Desde esas experiencias, comencé a preguntarme cuál es mi relación con la muerte (con la propia y con la ajena).

Estas inquietudes me acercaron al libro A la salud de los muertos; y a raíz de esa lectura comencé a escribir un texto dramatúrgico que tiene mucho que ver con experiencias propias, pero que he transpuesto a la historia de dos personajes singulares, con sus intereses y deseos.

Desde el borde tuvo varias etapas para concretarse. La primera, la más solitaria, en la que me dediqué a la escritura del texto, que luego fue compartida con una dramaturga mendocina: Maria Vilchez Aruani. Luego, al comenzar el proceso de ensayos junto con mi compañero en escena Gustavo Bendersky y nuestra directora Nadia Grandón, la obra se modificó y enriqueció sustancialmente, dándole el soplo de vida que el texto insinuaba.

–Nadia Grandón, ¿qué intentaste plasmar como directora?

–Organizar la mirada de quien especta y los materiales que proponen los actores, quienes motorizaron esta propuesta. Les agradezco profundamente su generosidad, confianza y pasión.

–¿Qué significa poner en cartel una obra, hoy?

–En este contexto tan adverso, donde se desvaloriza y ningunea la labor de los trabajadores de las artes, donde el acceso a los bienes culturales ya no se considerada un derecho, donde lo colectivo y lo común son vapuleados, hacer una obra de teatro es como tirar la botella en el mar, resulta un gesto amoroso y valiente.

Ficha artística

Idea y dramaturgia: Melina Forte

Asesoramiento musical: Agustina Schreider

Asesora dramatúrgica: María Vilchez Aruani

Fotografías: Ivo Betty

Dirección: Nadia Grandón

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