El análisis de textos que las editoriales escolares proponen para ser trabajados en las instancias ESI, le permite al investigador Facundo Nieto realizar una cadena de reflexiones que se propone destacar la potencialidad de una parcela en la que conviven la ESI como estrategia, la literatura juvenil y la enseñanza de la literatura. El libro Relatos zarpados fue publicado por La Hendija Ediciones y será presentado este jueves 10 a las 18, de manera virtual.
La expresión “zarpado” no le interesa a Facundo Nieto en tanto dé cuenta de la situación de un barco que estaba fondeado o atracado y acaba de partir, como de aquella otra, más coloquial, polisémica, que puede usarse para caracterizar algo fuera de lugar, políticamente incorrecto o todavía mejor que bueno.
Profesor en Letras (UBA), además de docente, Nieto es investigador. En su trayecto de formación de posgrado surge clara una experticia que se edifica en el cruce entre la literatura y las formas de enseñarla.
Ahora, publicado por La Hendija Ediciones, propone un material reflexivo en torno a la zona de límites difusos que comparten la Educación Sexual Integral, la literatura juvenil y la escuela. El análisis realizado sobre una selección de nueve libros que las editoriales suelen proponerle a los docentes para que desarrollen la perspectiva le sirve a Nieto para formular propuestas, pero también para desactivar malentendidos y por encima de ambos casos para destacar el aporte significativo de estos relatos en la formación de lectores que no naturalicen el odio.
“Mis trabajos anteriores se ocupan más de las obsesiones propias de la didáctica de la literatura en sentido estricto, particularmente sobre preocupaciones metodológicas relacionadas con las prácticas de enseñanza”, le dijo Nieto a Tekoha, ante una consulta puntual. “Este libro, que sin dudas expresa preocupaciones propias del campo de la didáctica de la literatura, tiene más el propósito de querer desentrañar cómo están hechas las ficciones que abordan temas de la ESI y que apuntan a un público adolescente”.
Relatos zarpados. Los temas de la ESI en la literatura juvenil escolar. Una planificación woke en borrador será presentado este jueves 10 de julio a las 18, a través de un vivo de Facebook del que participarán Patricia Kolesnicov, María Eugenia Leiva y Florencia Nieto.
–Hasta Relatos zarpados, una parte de tus intereses estaba orientada a las reflexiones sobre el canon literario y al análisis de la arquitectura que opera en el armado de la bibliografía con la que se enseña literatura. ¿Cómo se cruza la ESI en tu proceso vital?
–Es muy difícil que la ESI no se cruce en el camino de alguien que se dedica a la formación docente y que investiga en temas de didáctica de la literatura. En mi caso apareció, al principio, de manera un poco intermitente y, más tarde, la preocupación por continuar indagando quedó completamente instalada y se hizo más sistemática.
El momento de intermitencia se dio entre 2010 y 2015 cuando, en la Universidad Nacional de General Sarmiento, coincidieron la posibilidad de elaborar un manual de literatura para la escuela media y de participar en un proyecto de investigación sobre disidencias sexogenéricas. El manual fue Antinomias. Historias de una literatura, un libro de texto vinculado con el Bicentenario que se articuló en torno a problemas que atraviesan la literatura argentina. Uno de los problemas que incorporamos fue el de las diversidades sexogenéricas, tema que hacia 2010, momento en que estábamos escribiendo el libro, no aparecía en ninguna propuesta para el nivel secundario y, en ese capítulo, logramos incluir un cuento como El marica, de Abelardo Castillo, y la temática trans a través de un cuento de Marco Denevi y El lugar sin límites de José Donoso.
En cuanto al proyecto de investigación sobre disidencias sexogenéricas, mi participación se centró en la presencia del tema en la literatura infantil y juvenil. Más tarde, a partir de 2016, cuando accedí a la posibilidad de dirigir mis propios proyectos de investigación, la relación entre la ESI, la literatura juvenil y la enseñanza de literatura en el nivel secundario fue objeto de un trabajo de indagación mucho más sistemático, al punto de publicar por Ediciones UNGS ¡Zarpado! Literatura y ESI, tres libros de texto para los primeros años de la escuela secundaria.

–¿Qué te interesó problematizar de ese universo?
–Me interesaba poner en discusión varias cuestiones. Una tiene que ver con una especie de axioma que, si bien tiene mucho de verdad, suele introducir no pocos obstáculos en las prácticas de enseñanza: la idea de que la ESI “no es una mera cuestión de contenidos”, es decir, el supuesto de que la ESI es prioritariamente un asunto que, independientemente de los contenidos que se enseñan y se aprenden, atraviesa y modifica a los sujetos y pone en cuestión las biografías escolares y los vínculos entre las personas que habitan la escuela más allá del trabajo en el aula.
Si bien esto es cierto, también lo es el hecho de que las prácticas cotidianas de enseñanza de las disciplinas en el aula son fundamentales para un verdadero arraigo de la ESI en la escuela. El anclaje curricular en determinadas asignaturas (y la literatura es clave en esto) es una posición menos épica porque se aleja de la imagen de docentes y especialistas deconstruidxs que luchan fuera del aula contra quienes se oponen a la implementación de la ESI, pero facilita significativamente las condiciones para pensar el trabajo cotidiano de enseñanza como punto de partida para el ejercicio de justicia curricular.
Dicho de otro modo, la clase de literatura tiene una enorme potencialidad para desarticular nociones y prácticas ligadas al patriarcado a partir del ejercicio constante de conversación literaria sobre obras que abordan los temas de la ESI.
Otro supuesto que también me interesaba problematizar, más cercano a la tradición de la didáctica de la literatura, es el axioma de que emplear los textos para enseñar en la escuela contenidos ajenos a la esfera específicamente literaria implicaría una especie de uso o “usufructo” indebido de la literatura. Me interesaba demostrar que es perfectamente compatible enseñar ESI y contenidos literarios sin que una esfera funcione en desmedro de la otra y que, muy por el contrario, la exploración pormenorizada de los procedimientos formales e ideológicos de un texto permite acceder a sentidos que en la ficción reafirman o desestabilizan las estrategias del dispositivo de sexualidad.
–¿Qué potencialidad reconocés en la ESI y cómo crees que podría aumentar su influencia reflexiva?
–La ESI es un conjunto de estrategias de enseñanza y de saberes en los que confluyen diversas aproximaciones disciplinares y con enorme capacidad transformadora porque permiten desnaturalizar discursos de odio y conductas violentas instaladas, fijadas y naturalizadas por el patriarcado.
La potencialidad reside en la capacidad de desestabilizar los presupuestos heterocisexistas para poner en evidencia el modo en que inadvertidamente determinados sujetos se posicionan jerárquicamente por sobre otros o se subordinan en función de la identidad de género y la orientación sexogenérica.
La ESI enseña, por ejemplo, que, en una sociedad patriarcal, un varón heterosexual y una mujer trans no tienen los mismos derechos ni reciben el mismo tratamiento. Posiblemente, la ESI por sí sola no logre modificar esta situación de desigualdad, pero sí puede ponerla en evidencia a fin de desnaturalizarla.
Una clave para que los saberes en torno a la ESI logren incrementar su influencia reflexiva es no perder de vista su articulación ineludible con una perspectiva de género y de diversidad. Sin esa articulación, la ESI deja de ser tal.
Lamentablemente esto se advierte en muchas instituciones educativas en las que la ESI se disuelve en un magma de buenas intenciones. Sin base en cuestiones de género y de diversidad, entonces todo lo relacionado con la afectividad y los cuerpos, desde la reflexión sobre el consumo de drogas hasta el bullying contra lxs chicxs que usan brackets, se convierte supuestamente en ESI cuando en rigor no lo es. En este punto, trato de sostener una concepción -si se quiere- restringida de la ESI en tanto fuertemente ligada a cuestiones de género y de disidencias sexogenéricas.
–Consolidada el área de interés y el problema, ¿cómo surgió el libro como tal?
–Después de publicar los manuales ¡Zarpado! Literatura y ESI, que elaboramos en el marco de los proyectos de investigación que dirijo en la UNGS, sentía que era necesario un material destinado a docentes. Un manual para estudiantes del ciclo básico de la escuela media tiene la ventaja de desplegar propuestas didácticas concretas para el trabajo en el aula, pero a la vez limita las posibilidades de reflexionar sobre problemas teórico-didácticos como los vínculos entre la literatura y la ESI, el lugar de la literatura juvenil en la formación de lectores, el lugar de la ESI como contenido curricular, etc., temas sobre los cuales discutimos en el marco del proyecto de investigación en el momento de pensar aquellos manuales.
En ese momento no me resultaba demasiado atractiva la idea de publicar el consabido “libro para docentes” que acompaña a los manuales, aunque pudiera explicitar algunas de esas discusiones, porque el “libro para docentes” suele interpretarse como un instrumento tan prescriptivo como el propio manual antes que como una explicitación de los supuestos teóricos y didácticos que guiaron la producción del material didáctico.
Algunos años después, con bastante distancia (temporal y textual) de aquellos Zarpados, este libro, Relatos zarpados, retoma varias de las líneas que estuvieron detrás del armado de los manuales, pero al abordar un corpus diferente y al estar destinado a un público docente, tiene la posibilidad de explicitarlas y desarrollarlas para un interlocutor que se formula preguntas que van más allá de la necesidad de secuencias didácticas.
Para Relatos zarpados seleccioné nueve libros (mayormente novelas) agrupados en tres ejes: relatos sobre género, relatos LGBTIQNB+ y relatos sobre violencia, y desarrollé una lectura de cada uno desde esos ejes temáticos. Me propuse analizar exclusivamente textos pertenecientes a la literatura juvenil escolar, y no otro tipo de obras que suelen circular entre lxs adolescentes, tales como bestsellers juveniles ni obras del canon académico que también se leen en la escuela, sino relatos publicados en colecciones literarias de editoriales escolares, porque mi interés era indagar en la ficción que circula en estas colecciones de significativa presencia en las escuelas.
–¿Qué metodología utilizaste para analizar el corpus?
–En principio hice un recorte del objeto dado que el campo de la literatura juvenil es sumamente amplio, de manera que seleccioné lo que llamo “literatura juvenil escolar”, esto es, el conjunto de textos literarios publicados por editoriales vinculadas con el mercado de libros de texto. Esa particularidad mercantil les otorga una notable presencia en el ámbito educativo. Mi interés era saber qué es aquello que las colecciones literarias escolares dicen sobre género y diversidad sexogenérica a lxs alumnxs que cursan su educación secundaria.
Una vez delimitado ese universo, elegí libros que tematizaran centralmente tres núcleos clave sobre género y diversidad: la determinación de roles y estereotipos de género, la estigmatización de personas LGBTIQNB+ y el ejercicio de violencia patriarcal.
No se trata de libros que simplemente incorporan el tema de manera tangencial. Para decirlo rápidamente, no bastaba la simple aparición de un personaje homosexual para quedar incluido en el corpus de relatos LGBTIQNB+, sino que incorporé aquellos en los que la orientación sexual se constituía en tema de la narración.
En cuanto al análisis de las obras, traté de emplear las mismas herramientas teórico-críticas que manejamos en las clases de didáctica de la literatura cuando analizamos textos literarios para pensar en su enseñanza en contexto escolar, independientemente de que pertenezcan o no al campo de la literatura juvenil. No quise interrogar los libros sólo en tanto literatura juvenil, sino también como obras literarias cuyos sentidos pueden examinarse con las categorías teóricas que se emplean para analizar obras del canon académico.

–¿La versión definitiva del libro tiene que ver con los arranques del proyecto de escritura o cada parte fue buscando su lugar, dentro de una planificación?
–Siempre tuve en mente un destinatario docente. Tal vez por esto en algún momento surgió la idea de que la mejor manera de presentar el material era a través de un formato parecido al de una planificación anual.
En efecto, cada libro se corresponde con un mes del ciclo lectivo; cada eje temático conforma una unidad; la introducción y el cierre llevan los nombres que las agencias ministeriales emplean actualmente para los períodos de inicio, de recuperación, etc. Además, el formato de la planificación me parecía amigable para la lectura por el modo en que permite organizar la información.
Por supuesto que, en sentido estricto, no es una planificación. Si lo fuera, surgirían inmediatamente diferentes objeciones: ¿puede un docente trabajar un libro por mes con sus cursos?; en caso de poder hacerlo, ¿necesariamente se leen novelas, y no cuentos ni poesía ni teatro?; ¿sólo se trabaja ESI y no textos que aborden otros temas?
Incluso los títulos de la introducción y de la conclusión no son estrictamente orientaciones para los momentos didácticos a los que se refieren (el inicio y la intensificación). En este sentido, los títulos tienen algo de lúdico, así como los nombres de las unidades y de algunos apartados tienen la intención de homenajear a investigadorxs como María Adelia Díaz Rönner, Gustavo Bombini, Daniel Link y Maite Alvarado, autorxs que contribuyeron enormemente a construir el campo moderno de la didáctica de la literatura en nuestro país en las últimas décadas del siglo pasado.
–¿A quiénes puede interesar el libro y por qué?
–Creo que uno de los problemas principales que plantea la ESI a lxs profesores de Literatura en nivel secundario es el de la selección de textos. Al respecto hay numerosos materiales producidos por investigadorxs y por agencias ministeriales con listados de títulos sugeridos. Mi libro busca agregar (o destacar) algunos títulos a esa cantidad de sugerencias ya existente, aunque de un modo tal vez un poco más razonado, en el sentido de que no quise presentar un resumen de los argumentos como puede hacerlo el catálogo de una editorial ni un listado propio de un documento curricular, ni tampoco una propuesta didáctica como la que suele desarrollar un manual, sino mostrar lecturas posibles analizando decisiones estéticas e ideológicas.
Si bien este libro puede considerarse como una invitación a leer y probar cómo funcionan estos textos en el aula, la propuesta apunta a que operen como una guía para bucear en otros títulos, como una especie de hoja de ruta más que como prescripción de un corpus.
Por otro lado, las interpretaciones que propongo (equivocadas o no) intentan mostrar que, más allá de los temas de la ESI, los textos de la literatura juvenil escolar (al menos muchos de ellos) poseen enorme productividad en la formación de lectores.
Al igual que los manuales escolares, las colecciones literarias para la escuela tienden a ser despreciadas a priori por su inserción en el mercado editorial de libros de texto, como si el solo hecho de ser publicadas por un tipo de sello editorial las igualara en su propuesta estética, cuando en verdad abarcan un universo sumamente heterogéneo de géneros, autores y procedimientos. Posiblemente las obras que analizo no tengan la legitimidad del canon académico, pero sí tienen una sólida propuesta estética y una enorme potencialidad para la formación de lectores.
–¿Qué lugar ocupa este libro en la panorámica de tus publicaciones?
–Ocupa un lugar bastante novedoso porque nunca antes publiqué un libro sobre crítica literaria. Mis trabajos anteriores se ocupan más de las obsesiones propias de la didáctica de la literatura en sentido estricto, particularmente sobre preocupaciones metodológicas relacionadas con las prácticas de enseñanza.
Este libro, que sin dudas expresa preocupaciones propias del campo de la didáctica de la literatura, tiene más el propósito de querer desentrañar cómo están hechas las ficciones que abordan temas de la ESI y que apuntan a un público adolescente.
–¿Cómo evaluás el trabajo de edición y publicación del libro que construyeron con La Hendija?
–La Hendija acompañó muy amorosamente el armado del libro. No es sencillo que una editorial acepte inmediatamente publicar un “libro chiquito”, al decir de Tamara Kamenszain, y mucho menos un libro sobre ESI cuando la editorial ya cuenta con una enorme producción de libros sobre el tema (sin dudas mucho mejores que el mío).
Sin embargo, creo que precisamente por no tratarse de un monopolio editorial que persigue prioritariamente objetivos comerciales fue posible que alojara en su catálogo un libro que trabaja precisamente entre las hendijas, en los intersticios de la crítica literaria, la Educación Sexual Integral, el ensayo sobre literatura juvenil y la didáctica de la literatura.