Como en un rito de iniciación, el músico paranaense presentará su primer disco Todo bien conmigo. La ceremonia será el jueves 21 de noviembre en La Vieja Usina de Paraná.
Francisco Marcos llegó tarde a la locura del verano del ’92 por algunos meses. Nació un 21 de octubre en Paraná cuando Bowie ya era Bowie y los Gallagher estaban apenas arrancando con el éxito inglés. Veinte años después agarró el instrumento por primera vez. Aunque es verdad que así se le abrió un nuevo planeta, siempre fue un trotamundos: la lectura y la música le dieron una vuelta cósmica que hoy concluye, sin que nada que se termine del todo, en una obra propia.
Es cantante, guitarrista y compositor. En fin, un contador de historias que se define a sí mismo como “primero oyente, después músico”. Sin perjuicio de su clásico sobretodo, sus lentes oscuros y su peinado gallagheriano, es cierto que Marcos no tarda en demostrar que, más allá de ciertas predilecciones, sus influencias no se agotan en Oasis ni en Andrés Calamaro. Más bien, es un artista pletórico de referencias musicales, literarias y cinematográficas que aderezan sus composiciones.
En la primera pestaña de su historial musical aparece que fue fundador y voz de Eco Lunar. Con esta banda conformada, en 2016, por Mateo Picot, Facundo Zanuttini y Boris Bellmann, publicó el EP Dinamismo y seis sencillos. Lejos de borrarlos, esos datos de navegación rock reverberan cada tanto en una zapada amiga.
El presente de este músico, que parece ser un tipo que no se la cree pero que se percibe orgulloso de lo suyo, está afinado por nuevas búsquedas. En este pentagrama de su vida, lanzó su álbum primigenio, grabado en DLS Estudio, masterizado por Toto Strapporava en 3faders.studio y producido por Daniel Liva, en marzo de este año.
En ese pasado cercano había precisado que Todo bien conmigo “es una pequeña celebración de las cosas que me gustan. Traté de pasar mis influencias por un tamiz personal y les puse mi impronta”. Ocho meses después presentará en vivo las ocho canciones que lo componen: Aprender a volar; Permitítelo; Sangre y espinas; Deslizándonos; Hace tiempo; Muy lejos; Huracán; y Revelaciones serán animadas este jueves 21 de noviembre, desde las 20 (“puntual”), en La Vieja Usina de Paraná.
En esta ocasión, además de la apertura del dj set de Picot, lo acompañarán sobre el escenario destacados músicos de la ciudad como Heber Schaff, en teclados; Gema Donda, en voz; Liva, en guitarra; Nicolás Banegas, en bajo; Ramiro Peserico, en guitarra; y Bellmann, en batería.
En vísperas al recital, dialogó con Tekoha sobre las implicancias de su actual horizonte musical y le compartió el proceso que lo trajo a estar todo bien con él.
–Musicalmente, ¿qué te preocupa?
–Más que preocuparme, intento ocuparme de no fallarle a mi intuición y a mi esencia. Salgo y entro de las canciones y las letras todo el tiempo. A veces me meto en zonas incómodas para ver qué encuentro y cómo me relaciono con eso.
Siempre parto de la base de la canción en su estado más puro. Me inquieta que pueda ser tocada y cantada con cualquier instrumento y en cualquier ocasión. Después las canciones empiezan a pedir y uno tiene que negociar para llegar al mejor puerto posible.
–¿Cómo se macera la idea de lanzar un disco? En este caso, la de Todo bien conmigo.
–Lanzarlo fue una necesidad y un deseo a la vez. Soy consciente de mi finitud y por eso quiero hacer cosas que me diviertan y me saquen de la cárcel rutinaria que demanda el mundo.
Las ideas se van gestando y hay que dejarlas descansar el tiempo necesario. En mi caso, esto me da perspectiva y me permite ver con claridad esas ideas que al principio son medio turbulentas.
Todo bien conmigo es un trabajo de años a la par de un equipo bestial, con ocho canciones hechas con el amor y la paciencia de un artesano.

–Cuando aludís a tu álbum, hablás de narrativa o de una historia que se fue armando para su concreción.
–En el proceso fui eligiendo las canciones que mejor dialogaban entre sí para generar un hilo conductor. No fueron puestas al azar. Hay preguntas que se van conectando unas con otras. Son interrogantes que no tengo la necesidad de responder, sino que se van resignificando.
–¿Me desgranás el concepto de “todo bien conmigo”? Ya es como una especie de marca registrada tuya. ¿Cómo fue el proceso de llegar ahí y cuál es el estado superador que le sobreviene al hecho de estar en completud con uno mismo?
–El título del disco es un juego de palabras al que le faltan los signos de preguntas. Todo bien conmigo representa el horizonte que se aleja a cada paso. No se trata de llegar a extremos sino de buscar y seguir caminando para continuar encontrando y perdiendo lo que se tenga que perder.
–¿Por dónde buceás cuando te ponés a escuchar música?
–Cuando lo hago sé bien lo que quiero oír, pero también me interesa escuchar la música de los demás.
Es fascinante sentarnos con amigos y poner un disco cada uno al azar porque se transforma en una escucha colectiva y creativa. Soy primero oyente, después músico. Es una de las actividades que más disfruto, porque no sirve para nada.
–Vos arrancaste con la guitarra recién a los veinte…
–Es cierto que agarré la música tarde, si se quiere. Jamás me pensé músico ni pensé que podía cantar y mucho menos componer. Fue una sorpresa muy linda o quizás un chiste del destino. La clave es no tomarse demasiado en serio.
–¿Y la escritura sí viene desde la infancia? Te gusta mucho leer y alimentar el espíritu con las palabras. ¿Cuánto de eso queda efectivamente en el producto canción?
–Eso sí viene de antes. Desde que soy muy chico me atrae el universo de los libros, la literatura y esa forma de salirse del mundo para meterse en otros. Con la lectura me sucede lo mismo que con la música. Ambas son disparadores constantes que me llevan a componer, a tomar una frase y darle vueltas y vueltas para ver qué sale de ahí.
–Parece un proceso casi natural dejar de lado la cuestión grupal e ir en búsqueda de nuevas representaciones en un camino solista como en el que te encontrás ahora. Pero, ¿es posible un regreso de Eco Lunar?
–La música es muy dinámica y está en muchos lugares. No sé si volvería a tocar con el grupo por el hecho de que seguimos compartiendo la música desde otros lugares. Se da de forma natural el juntarnos con los ex compañeros de banda a cenar, a conversar, a tocar. Eco Lunar sigue resonando en nosotros.

–Es prontísimo preguntarte porque estás a nada de presentar tu primer álbum. Pero si hacer un disco tiene que ver con armar un concepto, ¿ya tenés pensado otros conceptos sobre los que te gustaría indagar?
–Tengo planeado meterme a hacer otro disco. De hecho ya tengo las canciones compuestas. El concepto se va a ir cerrando a medida que pase el tiempo, como te decía al principio.
–Hacés notar que te gusta Oasis. ¿Cuál es tu relación con los hermanos Gallagher?
–Mi relación con su música es muy emocional. Lo mismo me pasa con Bob Dylan, The Kinks, Tom Waits, Bowie, los Pistols y así podría estar horas y horas. Son artistas que te los cruzás en momentos claves de la vida y te marcan a fuego. Metés tu experiencia en esas canciones y te sentís acompañado, los problemas dejan de ser problemas, o lo siguen siendo pero, al menos, los musicalizás. Como dijo Frank Zappa: Music is the best.