La integración de músicas al piano en el repaso de misivas escritas por personajes sobresalientes de la historia argentina y entrerriana, le permite a un elenco local detenerse en uno de los combustibles de la existencia humana. Cartas de amor… y otras desilusiones será puesta en escena el viernes 23 y el viernes 30, en el subsuelo del área comercial de Urquiza y San Martín.
Los dos últimos viernes de mayo, desde las 21, en el subsuelo del centro comercial ubicado en la esquina suroeste de San Martín y Urquiza, las declaraciones de amor, escritas de puño y letra, retomarán el control de las circunstancias.
La obra se titula Cartas de amor… y otras desilusiones, una experiencia de teatro leído de la que participan Sonia Fernández y Víctor González, con enlaces musicales a cargo del pianista Eliú Farías Contreras. La dirección del espectáculo le corresponde a Gustavo Morales y la dramaturgia a Carlos Saboldelli, a quien Tekoha entrevistó.
–¿Cómo surgió el proyecto de Cartas de amor y otras desilusiones? ¿Con qué se encontrarán los asistentes?
–Cartas de Amor es una propuesta para repasar nuestros propios sentimientos, apreciando las expresiones poco difundidas de personajes de la historia argentina y entrerriana. El amor es difícil de explicar y por eso, más allá de las palabras, armonizamos la música del piano como otra forma de comprender la sensibilidad.
El eje central son las cartas, puesto que son reales y transcripciones textuales de sus originales. Tanto Sonia Fernández como Víctor González se encontraron con el desafío de compenetrarse de personalidades muy disímiles como Urquiza, Perón, Guadalupe Cuenca de Moreno y demás. Cada uno de ellos es un desafío diferente. El público podrá comprender la obra incluso cerrando los ojos y percibiendo.
El formato es de teatro leído. Sonia y Víctor se apoyan en la lectura del guion y en las reproducciones facsimilares de las cartas originales.

–¿La idea original ya incluía la puesta en escena que finalmente tendrá la obra?
–Sí, claro. Es una obra para teatralizar. Está pensada y escrita en ese formato. Soy un creyente de que buscamos idiomas para contar, todo el tiempo. Para contar cosas y transmitir emociones. Por supuesto que luego está la puesta en escena del director, quien realiza los ajustes y acomodamientos en el escenario. Pero el mecanismo de escritura es para teatralizar.
–¿Qué impacto puede tener poner en común cartas de amor en épocas en que hasta lo más trascendente se suele resolver con emojis?
–Porque no siempre se resuelve de esa manera, con un emoji. Si no, aún nos comunicaríamos con pinturas rupestres. Decir amor es un ejercicio intenso que necesita de todos los lenguajes posibles, pero sobre todo, suficientes. Pintar, cantar, recitar; en este caso son cartas. Imaginemos la decepción del emisario de un emoji de amor, si el destinatario no lo entiende. Sería tan insuficiente como terrible.
–Los remitentes y destinatarios son personajes de la historia. ¿Hay referencias de este tipo en la obra o lo que predomina es el valor atemporal del amor?
–Todo se conjuga. El amor es atemporal, carece de límites y es como una línea recta: no tiene origen ni fin. Por supuesto que es algo que nos sucede a todos y a cada uno (en mayor o menor medida); y aquí son personajes históricos quienes nos demuestran la fervorosa necesidad de comunicarlo, en este caso a través de cartas. Puede ser sorprendente oír hablar de profundo amor a personalidades como Sarmiento o Juan Perón.

–¿Cómo surgió la posibilidad de integrar a Víctor González y Sonia Fernández, dos referencias periodísticas, para desarrollar otra función?
–Venimos desde hace un tiempo trabajando ideas con el Grupo Gemelos. Esta propuesta en particular incluye un intercambio y pensamos en Sonia a sabiendas de su personalidad y percepciones sensibles. Y Víctor, además de ser un amigo, posee las características para emular los diferentes personajes históricos propuestos.
El grupo se integra con la dirección de Gustavo Morales, Jorge Calcina, Emilio Ruberto y los diferentes técnicos.
–La obra de teatro se desarrollará en el subsuelo de la Galería Flamingo. ¿Qué relación existe entre los proyectos?
–Ambos proyectos reúnen un objetivo común: la transmisión de emociones a través del arte. La galería Erarte es una apuesta de Amílcar Damonte, donde la plástica predomina. Pero ha innovado y aún en estos tiempos difíciles, Damonte promueve la cultura sin detenerse. La propuesta de las cartas de amor se enlaza con el maravilloso piano que propone Erarte. Esperamos que el resultado sea agradable
–No es la primera obra de tu autoría ¿Qué lugar ocupa Cartas en esa trayectoria?
–Hay tanto por contar como por mostrar. Particularmente abreva de referencias históricas y de allí los disparadores surgen como un manantial. Lo que muchas veces no puedo explicar desde la dura ciencia de la historia documental, encuentra una explicación en la expresión literaria o teatral.
Cartas de amor y otras desilusiones es una apuesta a no tener miedo en decir “te amo”, tanto como ha sucedido en los ejemplos de la obra. Aunque a veces, aún siendo amor, provoque desilusiones tan intensas que hasta llaman al dolor.