Mudar las certidumbres

18 diciembre 2024 5 minutos
Víctor Fleitas

Producto de la interacción de 25 artistas entrerrianos enfocados en el proceso creativo, se exhibió en Casa Boulevard la propuesta Mudar un cuarto. La muestra se inscribió en el Programa Doméstico que sostiene la santafesina Raquel Minetti. Los rincones conformados modificaron la topografía habitual del centro cultural y ayudaron a pensar el lugar de las artes, los creadores y el público.

No es sencillo evaluar una propuesta como Mudar un cuarto porque en realidad lo que fue presentado ante muy buena cantidad de asistentes no es más que la punta de un iceberg de producción meditada y de reflexión sobre la práctica que llevó adelante una legión variopinta que pasea sus inquietudes estéticas y políticas por la ciudad de Paraná.

De todos modos, la puesta en escena es una unidad analítica en sí misma, producto de encuentros bajo la dinámica de taller que se sucedieron durante un semestre, un sábado al mes, en el que los artistas tendieron puentes entre la idea y el interés, a veces subyacente.

De esta manera, Mudar un cuarto fue una curiosa especie de oxímoron: el producto final de un programa que busca problematizar los métodos y convenciones, los abordajes y los imaginarios que suelen confluir automáticamente en la realización de una obra cuando sólo se procura alcanzar un resultado tangible.

Guiado por Raquel Minetti y coordinado por Paola Chiappella y Verónica Moreira, Mudar un cuarto fue en buena medida un aquelarre prodigioso, un rompecabezas tridimensional, un caprichoso puñado de fotogramas extraído de una secuencia caótica en la que la existencia individual, la formación, la pertenencia a colectivos, las habilidades originales y adquiridas, las identidades y las búsquedas modelaron los términos de la ecuación creativa mientras los artistas se enfocaban en transformar la materia viva o inerte con las herramientas disponibles.

La muestra multidisciplinar se desplegó el viernes 6 y el sábado 7, desde las 20.30 hasta la medianoche, en Casa Boulevard, cuyos espacios fueron escenográficamente transformados en un hormiguero peculiar, con túneles, entradas y montículos que permitían acceder y fugar por y hacia exposiciones, performances e instalaciones.

En realidad, lo que se exhibió durante aquellas dos veladas fue una cadena de eventos expresivos en los que la escritura, las artes escénicas, la plástica y la dimensión audiovisual pusieron a dialogar distintos lenguajes, estéticas y tradiciones poéticas.

Lo que sobrevoló al conjunto de propuestas fue la intención de provocar una amable incomodidad que corriera al espectador del sofá al que lo acostumbró la cultura delivery.

Los estímulos podían provenir de la aventura de asomarse a una historia que no necesariamente conmueva, adoctrine o transmita un mensaje sino que simplemente cuente como quien lo hace para compartir el momento o chequear la complicidad de un vínculo.

Asimismo, se tensionaba la experiencia al tener que definir las formas del espectar en el sentido de que los presentes se veían conminados a asumir a cada paso el rol del mero observador o el de activo protagonista.

También debían enfrentar el dilema de asomarse mansamente a lo que los sentidos creían registrar o establecer conexiones entre lo representado y microuniversos conceptuales en procura de detectar, por ejemplo, a qué discursividad o creencia se estaba confrontando.

En fin, no hay dudas de que para los asistentes se trató de una oportunidad desafiante. Las rupturas podían provenir de la yuxtaposición de signos aparentemente disociados, como cuando se compartieron sentidos poemas, profundos, intimistas, a través de un altoparlante, a viva voz; y, entre rimas confidentes o reveladoras, lo escrito para ser dicho fue llenando el vacío inexpresivo del punto de partida. Pero también cuando el breve juego dramático de un teatrillo alteró el juego de las proporciones y sacó al espectador de ese anonimato que, junto a otros de su tipo, constituye lo que usualmente se llama público. O cuando un desvelo alfarero permitió que los fugaces visitantes accedieran a sus otras voces.

Si los rincones, en los que se deslizaban presurosos lo viviente y lo inerte, tenían un hilo que los vinculaba, puede que no haya sido debidamente advertido por el común de los asistentes. No se trata de tutorar obsesivamente los caminos en la sospecha de que los espectadores no sabrán qué rumbo tomar, sino de dejar la cantidad suficiente de miguitas para que nadie de los que así lo desee se saque el collar de la recorrida sin haber contemplado la totalidad de las perlas.

Así como cada mosaico en Mudar un cuarto fue des/ordenado en función de un diseño consensuado, con un objetivo cierto, también puede imaginarse que una dirección general que entienda al evento como una apuesta integral permitiría disfrutar mejor de cada parte, sin perder la noción de totalidad ni permitir que queden episodios sin ver.

De ayer al mañana

Polisémico, agitado a veces por la abstracción delicada y otras por la incorrección política, Mudar un cuarto es el emergente de un proceso de meses que se propuso rescatar la creación artística del malentendido del acto en soledad. Al invitar a otros a la mesa y ponerlos a discutir, se fue deconstruyendo lo naturalizado y se edificó sobre esas ruinas un hogar con materiales del hoy y el ayer. Se hizo memoria, que siempre es un fenómeno presente, en permanente mutación, al contrarrestar la anestesia que se yergue sobre las acciones ordinarias cuando la costumbre las automatiza. Porque la práctica se llena de sentidos conscientes recién cuando la idea es puesta bajo análisis y también cuando se detectan las marcas de la experiencia, el deseo y las frustraciones en aquello que parece ser una simple inspiración.

Luego de sacar afuera todo lo que se guardó porque sí, lo que finalmente se conserve tendrá un por qué y se le asignará un dónde. Esa mudanza, avivada por el ejercicio de la selección y la puesta en valor, es una alusión poética a lo que conceptualmente se define como memoria: un recuerdo resemantizado que en el futuro ayudará a definir nuestra identidad porque hemos habilitado a que se constituyan vasos comunicantes con las dimensiones presentes y pretéritas del sentir, del pensar y del percibir.

Ese proceso reflexivo tiene raíces que aún hoy se siguen extendiendo hacia las profundidades sensoriales de los 25 artistas entrerrianos involucrados en el Programa Doméstico que Minetti siembra y riega desde hace años, en una y otra margen del río Paraná.

Esa expedición por texturas, sonidos, sabores, aromas, colores, valores y formas no concluyó cuando se apagaron las luces de Mudar un cuarto. Tal vez las verdaderas marcas se tatúen en el porvenir, de sopetón, un día cualquiera, en el santiamén menos esperado.

Probablemente recién allí algunos se sorprendan de cómo convive la gestación de nuevas historias con la dinámica combinada de mirar de cerca y tomar distancia, de hacer preguntas para abrir el tejido cerrado de las convicciones, de llenar la copa de libertad para que el otro opine; y, con todos los elementos fuera el cuarto, elegir aquello que ocupará los lugares más significativos en la vida y en la obra.

Te recomendamos…

Teatro, en pocas palabras

Teatro, en pocas palabras

Presentado como un espectáculo payaso poéticamente cómico, Onírico asumirá el desafío de activar una imaginación redentora y cotidiana, con el uso de pocas palabras. Coproducida por las compañías Teastral y Haceme la segunda, la obra de teatro se escenificará en Casa...

Teatro para estar cerca

Teatro para estar cerca

Un ramillete itinerante de obras de teatro sale desde hoy a juntar partes de Paraná que siempre debieron estar unidas. El festival en cuestión declara sus principios desde el título, Más allá de los bulevares, y tiene como premisa acercar a las personas, reunirlas, en...

Recuerdos para un inolvidable

Recuerdos para un inolvidable

La muerte del pianista Gari Di Pietro llenó de sentida tristeza a un amplio colectivo de artistas que, por los avatares de la cultura urbana, compartieron con él espacios de formación y como colegas. Parte de su legado musical quedó impreso en los libros de partituras...