Paraná: qué hacer con los problemas cuando no hay plata

21 septiembre 2024 6 minutos
Víctor Fleitas

La expansión urbana de la capital provincial, la vigencia de anomalías estructurales y la irrupción de nuevas situaciones conflictivas le impone un dilema a la gestión municipal ante la expansión urbana de la capital provincial: se deja absorber por las fuerzas centrípetas de la problemática diaria o intenta un salto de calidad institucional que la abra a un trabajo en red junto a localidades vecinas. En tiempos donde escasean recursos para obras significativas, tal vez la Historia esté reservando este reto que, de materializarse, pondrá a la región en un mejor sitial.

Pensar la ciudad en épocas del No hay plata no debiera ser un obstáculo, en teoría. Siempre parece ser oportuna la tarea de producir diagnósticos, imaginar soluciones y elaborar estrategias para alcanzar esos objetivos urbanísticos que mejoren la convivencia, lo que está estrictamente relacionado con las posibilidades de financiamiento y también con las condiciones para urdir acuerdos con los vecinos.

“Hay que planificar siempre”, le dijo a Tekoha el secretario de Planificación e Infraestructura de Paraná, Eduardo Loréfice. Inmediatamente después aceptó de todos modos que “cuando hay flujos de dinero para invertir es más fácil concretarlo; hoy no tenemos posibilidad de grandes obras, por los recortes presupuestarios en el sector público; entonces, tenemos obligadamente que arreglarnos con nuestros limitados recursos”.

El colapsado Volcadero demanda una solución urgente.

En la canasta de problemáticas nucleares se encuentran algunas conocidas como el tratamiento y la disposición final de los residuos; la provisión de agua potable a todos los sectores de la ciudad; la extensión de la red cloacal y la falta de una planta de tratamiento que evite que líquidos y sólidos sean volcados crudos al río; el saneamiento de los arroyos afectados por residuos urbanos, cloacales e industriales; la conectividad sobre todo entre el casco céntrico y los barrios, que se agrava con el crecimiento de localidades satélites como Oro Verde, San Benito, Colonia Avellaneda o Sauce Montrull; la multiplicación de las espacios verdes para que los distintos barrios tengan áreas naturales de cercanía; y la potenciación del vínculo con el río, que pone en el centro de la escena a la definición de un perfil para el Puerto Nuevo y, en el oeste, le necesidad imperiosa de erradicar el Volcadero.

Hay debates complementarios como hacia dónde debe extenderse el manchón urbano en la ciudad, lo que implica pensar en las vías adecuadas (avenidas de interconexión), en la infraestructura (escuelas, centros de salud, comisarías, delegaciones municipales) y en cómo garantizar la prestación de servicios básicos.

Los medios por los que las personas se transportan es otro tema crucial: la invasión de motos de baja cilindrada, la inundación de automóviles con asientos vacíos, la crisis de los vehículos de alquiler (taxis y remises), el insatisfactorio servicio de colectivos, el desaprovechado tren urbano y la ninguneada bicicleta son partículas de una galaxia que circunvalan como si sus vecinos no existieran.

La voluntad de la actual gestión es poner en valor al sector del Puerto Nuevo.

Durante la entrevista con Loréfice, los ítems fueron desarrollados sin apuros. Del discurso que desplegó se pueden sacar varias conclusiones. Una de ellas es que en el debate sobre urbanismo el funcionario encuentra una zona  de confort, que muchas veces la opinión popular hace foco en los problemas estructurales reales y en que el trabajo de los que se dedican al planeamiento consiste en formular diagnósticos precisos, determinar hacia qué ciudad se quiere ir y en proponer estrategias dialogadas para unir los puntos de ese imaginario recorrido.

“La topografía de Paraná es variable, surcada por arroyos, desniveles y lomadas; este aspecto complejiza todos los proyectos y encarece cualquier solución”, citó el funcionario, al señalar que “para vencer esas dificultades y aproximarnos a la geometría del plano, hay que hacer grandes obras que significan erogaciones que están por fuera de las posibilidades propias, incluso de un municipio como Paraná”.

Mejorar la distribución de agua, uno de las metas de la gestión Romero.

En ese sentido, luego de analizar las posibilidades de articulación con las jurisdicciones federal y provincial, Loréfice aseguró que “estamos atentos a líneas de financiamiento internacional, en un contexto en el que no es fácil conseguir recursos extraordinarios”.

En cuanto al saneamiento del Volcadero, debe resolverse en qué lugar sucederá la disposición final porque el terreno que alguna vez fue considerado quedó rodeado por un plan de viviendas. La parcela en cuestión debe ubicarse en un área tensionada por intereses no concurrentes: que esté lo suficientemente alejado de los sectores habitados y, al mismo tiempo, lo convenientemente cerca para que el recorrido de los camiones no encarezca el servicio en demasía.

El sistema de transporte debe ser abordado desde una mirada integral.

El Volcadero es una constelación de terrenos privados y fiscales, convertidos en un inmenso basural a cielo abierto. Tiene una superficie superior a la del islote Curupí, recientemente puesto en valor, y representa casi la mitad del elogiado Parque Urquiza. Además de un problema ambiental y sanitario, para la ciudad es una cuña, un muro pestilente que ella misma construye, hilada a hilada, una bolsita tras otra, y que la priva de disfrutar de la flora, la fauna y el paisaje de unos humedales majestuosos.

Comparte Loréfice la opinión de los especialistas: el del Volcadero es uno de los asuntos que debe ser abordado desde una perspectiva metropolitana para que la solución sea integral. Pero como tal el área no se encuentra operativa: no hay un espacio institucionalizado desde donde planificar de manera conjunta los temas comunes, como el del transporte de personas, la provisión de agua potable de calidad o la conformación de una propuesta turística integral que beneficie incluso a localidades que están un poco más allá, pero próximas, como Cerrito, Villa Urquiza, Crespo, Ramírez, Villa Libertador San Martín o las Aldeas Alemanas.

“Desde los escritorios porteños se insiste en que Paraná y Santa Fe deben conformar un área metropolitana; pero es verdad que el lazo más fuerte y cotidiano lo tenemos con las localidades entrerrianas circundantes”, aceptó Loréfice.

Para proyectar, para peticionar con otra fuerza, para gestionar apoyo externo a iniciativas comunes o simplemente para organizar mejor los esfuerzos pareciera que el salto de calidad se producirá si la dinámica de gestión metropolitana se institucionaliza y no se circunscribe a entendimientos individuales de corto plazo.

Eduardo Loréfice, secretario de Planificación e Infraestructura.

–Cada tanto aparece la discusión sobre si el Puerto Nuevo debe tener un destino parecido al que Santa Fe le dio a su vieja estructura portuaria…

–Si bien es un tema polémico, no hay debate en cuanto a que es un punto neurálgico. Cada vez que el puerto se trasladó, generó un cambio importante. Creo que si acertamos en un cambio de matriz para ese sector puede ocurrir lo mismo. Está ubicado en un área estratégica, céntrica y valorada, pero en una situación degradante. Se tiene que revertir ese efecto negativo.

Las intervenciones profundas sobre esa parte de la ciudad permitirían, por ejemplo, la comunicación directa con Puerto Sánchez y el Thompson, un mayor desarrollo inmobiliario, una costanera diferente. Hay que apuntar a ello a través del desarrollo mixto, con más inversión privada y acompañamiento del Estado. 

–¿Hay que cambiar el ordenamiento legal?

–El problema principal es que el municipio no tiene acceso al predio. Es de Vías Navegables de la Nación. Entonces, antes de cualquier acción, habría que conseguir la transferencia efectiva, o trabajar con otras partes del estado para poder conformar un ente o agencia que geste el proceso.

Más allá de la necesidad de sortear este tema tenemos la firme impronta de poder concretar el desarrollo de Puerto Nuevo porque la ciudad merece que concretemos ese tipo de proyectos, que generemos el desarrollo urbano, social y económico que el enorme potencial que tiene ese sector puede brindarnos, y estamos trabajando con Provincia y Nación para encontrar la manera de concretarlo, con la convicción de que vamos a lograrlo.

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