En tiempos en los que la cultura empuja a galopar la vida, surge una propuesta original: charlar un rato con ciudadanos que convierten la fría historia de libros de esos que no está permitido subrayar en relatos próximos, poblados de personas reales que sudan, aprenden, aman, se equivocan, se frustran y proyectan, mientras hilvanan ideas o zurcen proyectos de trascendencia. Conducido por Sergio Elizar, el ciclo de entrevistas se llama Historizados y está disponible en YouTube. Su subtítulo (Mates con historia) le da un saborcito local a la expectativa.
“Asumo esta experiencia con un poco de cada uno de los perfiles que, en definitiva, no puedo fragmentar: como un compromiso ciudadano, como una posibilidad de extensión docente y como parte de mi condición de dirigente político”. El prólogo viene como anillo al dedo para presentar al conductor de Historizados, Sergio Elizar, concejal de Paraná, ciudad que lo acogió como docente, sindicalista y político. “La enseñanza de la historia es una enseñanza política”, le dijo a Tekoha. Al señalar que “es una disputa de distintos actores y grupos en defensa de propios intereses”.
En ese sentido, “hay una permanente disputa para quedarse con la memoria de la historia; y en esa batalla se inscribe este ciclo”.
–Se suele señalar que la cultura argentina tiene tendencia a la desmemoria, ¿qué pensás de esta conclusión tan tajante?
–En la era del Big Data, de los algoritmos, la Inteligencia Artificial y la vida vertiginosa, globalizada, asistimos a una nueva era que presenta virtudes, desafíos y también nuevas formas de manipulación y dominación de la humanidad, que llegan a calar hasta en el inconsciente. Se reconocen gustos, emociones, sueños, se desarrollan perfiles, se sistematiza información sobre lo que pensamos, lo que cuestionamos. Hasta los puntos más sensibles de las personas están traducidos en datos, a partir de los cuales se nos bombardea con más información.
Entonces comunicar algo en lo tormentoso de los nuevos tiempos implica adaptarse a otros formatos pero sin dejar de insistir en lo esencial, que es no renunciar a cierto anclaje en el tiempo. No por hacer una defensa del tiempo en sí mismo, sino porque anclar en el tiempo es permitirse la pausa necesaria para el intercambio y la escucha. Y eso es una definición política.

–¿Qué aportes en ese sentido buscás producir con Historizados?
–El formato que elegimos para Historizados nos permite tratar contenidos sustanciosos, desde una perspectiva federal, en un tiempo prudente y de alguna manera recuperar aquellas cosas de la cultura y sus hacedores en nuestra ciudad para visibilizarlos, pero también para que tomen la palabra.
Por otro lado, Historizados está pensado como un aporte para el presente, que siempre está en debate. No busca plantarse en la efeméride inamovible, sino mostrar la historia en movimiento. Y no porque crea que las y los argentinos sufran de desmemoria, sino porque traer la historia al presente nos refresca lo importante, lo no saldado, pero también nos recuerda el camino recorrido de las utopías en las que nos pensamos.
Creo que hay un fuerte sostenimiento de una conciencia colectiva de los argentinos y eso es lo que, en momentos críticos del país, nos ha permitido salir airosos. Y que, pese al esfuerzo permanente de los poderes fácticos de inocular formas individualistas y fragmentarias, mantenemos esa memoria colectiva que es muy importante. Ahí se sitúa Historizados, en el reconocimiento de esa tradición y como un aporte a fortalecer la memoria cultural e histórica de nuestro pueblo, recuperando aquellos bienes materiales e inmateriales que forman parte de nuestra ciudad y nuestra provincia, pero siempre desde una interpelación al presente.
–¿Siempre tuviste la idea de hacer un programa de este tipo o prendió en el último tiempo?
–El formato surgió de estudiar y debatir el cómo, atentos al contexto que describimos.
Lo que siempre estuvo fue la motivación por debatir y divulgar la historia, y de bucear en la cultura, entendidas ambas en sentido amplio. No tengo una concepción de la cultura anquilosada, de rescate de viejas tradiciones de los inicios de la Patria, sino que entiendo que todo eso debe enriquecerse en movimiento, con las diversidades que aportan los nuevos tiempos, las nuevas tecnologías.
El interés por la historia determinó mi formación educativa, mis convicciones y mi actividad política. En definitiva, mi vida. Eso me ha permitido desarrollar un trabajo constante con actores académicos y culturales, en la búsqueda de profundizar el conocimiento sobre el enorme patrimonio histórico y cultural que tenemos.
De compartir esas inquietudes con mi equipo de trabajo, que está integrado por jóvenes usuarios de las plataformas, es que surge esta propuesta.

–¿Es una forma de reencontrarte con tu oficio de profesor de historia o aquella experiencia sirve como trampolín para pensar en desafíos personales y políticos más actuales?
–Sin la historia, es como si todos los días tuviéramos que empezar de nuevo y la vocación docente es algo que siempre llevo conmigo. Entonces es un poco hacer algo que me apasiona: divulgar la historia, y a la vez una excusa para debatir colectivamente lo que nos sucede como sociedad.
Porque la historia es una interpretación subjetiva de hombres y mujeres hacedores y testigos, desde el recorte que se hace de hechos fácticos. Eso la hace una construcción colectiva, condicionada por los contextos históricos, el clima de época, las huellas del tiempo.
En ese sentido, creo que con Historizados tratamos de aportar desde lo personal una herramienta para reflexionar sobre los desafíos colectivos.
–¿Cómo armaste o se va armando el ciclo?
–El ciclo tiene planificada una serie de entrevistas que fueron pensadas alrededor de ejes temáticos, anclados en algunas fechas significativas. La selección de entrevistados tiene que ver con la trayectoria y el recorrido que cada uno de ellos aporta y que respetamos mucho por su compromiso con la investigación, el estudio y la divulgación de la historia.
Inicialmente nos habíamos propuesto hacer 6 capítulos, pero realmente hemos recibido muy buena recepción y eso hizo que nos planteamos el objetivo de llegar a 8 episodios para este año.
El equipo que me acompaña está integrado por dos camarógrafos y un compañero que trabaja conmigo, coordina y hace al mismo tiempo de productor, y la grabación se pauta siempre en función del espacio que va dejando la tarea legislativa, que es a lo que estoy abocado por completo. La de ser concejal es una tarea con la que este ciclo también dialoga, por el valor de rescate de la historia de la ciudad que tiene y todo lo que ello conlleva. Además, presido la Comisión de Cultura, y hemos trabajado mucho la temática del patrimonio cultural e histórico en estos años.

–¿Hay alguna razón en particular para haber elegido la entrevista como nervio comunicativo?
–Elegimos la entrevista fundamentalmente por dos motivos. En primer lugar, porque, como decíamos antes, es una definición política adoptar un formato que permita la escucha frente al hiperindividualismo que caracteriza la era digital. Son tiempos en los que se vuelve más imprescindible que nunca transitar los lugares con los otros, construir una cultura del encuentro, darnos el tiempo y el espacio para el intercambio.
En segundo lugar, porque soy de los que piensan que hay que rescatar el espíritu colectivo de la historia, en tanto es la memoria de los pueblos. A la historia hay que hacerle preguntas y en ella hay que buscar respuestas. Y ese juego es el que recreamos en cada capítulo.
Además, la historia no debe limitarse solo a los grandes hechos, los grandes protagonistas, es necesario rescatar la historia sencilla de hombres y mujeres que construyen el día a día. Entonces se vuelve necesario rescatar esas voces, porque nos sirven para darle sentido al presente y construir una perspectiva de futuro y un sentido de trascendencia.
–Recorrer la historia que nos rodea es una forma de generar arraigo también, en épocas en que las culturas locales tienden a perder densidad. ¿Qué pensás al respecto?
–Totalmente. Creo que si bien las fronteras de lo local como tal en tiempos globalizados se desdibujan, hay pautas culturales, sociales, ambientales, que nos nombran, nos configuran, nos hacen reconocernos, nos dan identidad.
Contar lo propio, hacerlo con la propia voz, con la experiencia vital, recuperar los relatos que nos hablan de otros tiempos, es poner en valor eso que nos hace ser quienes somos, decir de dónde venimos, pensar hacia dónde vamos.

–¿Te interesa la historia como tal o el ciclo es una oportunidad de visibilizar el trabajo concreto de ciudadanos enfocados en estudiar, pensar, en conocer, en curiosear, en difundir?
–Las dos cosas. La historia, en definitiva, la construyen los pueblos; hombres y mujeres que todos los días se levantan, trabajan, viven, sienten, se apasionan. Historizados es un modo de contar la historia en primera persona.
Con esa impronta sostenemos Historizados y con el entusiasmo que nos genera poder mostrar las huellas del pasado en Paraná y en nuestra provincia: personas, edificios, lugares, calles, documentos, literatura; todo lo que tantos hombres y mujeres, con la belleza de la condición humana y muchas veces con lo contrario de la belleza, fueron dejando.
Lo que intentamos es no solamente mostrar el dato anecdótico y de color de un determinado lugar donde vivió tal personaje, sino mostrarlo en su contexto.
Es decir, me interesa señalar el lugar en el que José Hernández se alojaba en Paraná en tiempos de la Confederación, pero también que en ese marco se sumó al Movimiento Federal Jordanista y al Levantamiento de López Jordán en 1870 y que luego se exilió en el Uruguay. Cada entrevistado, nos ayuda a hilvanar esas historias. Iniciamos con la presidenta del Instituto Federal Artigas, Sara Amavet; seguimos con la técnica en turismo e influencer, Cecilia Jacob; con el decano de la Facultad de Humanidades, Artes y Ciencias Sociales de la Uader, Daniel Richar, con quien se enfocó en la tradición de la educación pública vinculada a la Escuela Normal, y con el licenciado en Comunicación Social, escritor e investigador, Claudio Cañete, sobre los días de Perón en Paraná.
–¿Cómo influyó en la maduración y materialización del proyecto el hecho de que tengas una hija comunicadora?
–El vínculo personal y profesional con mi hija es un vínculo de permanente debate en torno a los problemas generales que atraviesa la sociedad, con el matiz y la perspectiva que nos aporta la profesión de cada uno sobre los problemas de la sociedad en general.
Creo que una de las grandes preocupaciones, que seguramente está signada por la etapa que atravesamos, es cómo comunicar, cómo llegar, cómo innovar y tratar de romper algunas barreras que tienen que ver con los vicios de mi profesión, con ese formato clásico del docente expositor. Pero siempre ha sido un vínculo de respeto en torno al debate de los grandes problemas y de permanente consulta. Y la verdad es que hemos crecido así desde siempre. Nos respetamos sabiendo que podemos equivocarnos en algunas apreciaciones pero que siempre lo hacemos en el marco de cierta autoridad que tiene cada uno en los temas que desarrolla y que trabaja.
Influyó su impronta comunicacional en esta idea de que hay que buscar la forma de poder llegar con el mensaje, porque es importante que el mensaje tenga algún punto de intercambio con el otro.
Como decíamos, estamos viviendo en una sociedad hiper individualista, donde el otro ha desaparecido o, por lo menos, es lo que esta nueva etapa del capitalismo neoliberal intenta. Por eso apostamos a seguir insistiendo con lo colectivo, con la comunidad, lo comunitario, con construir vínculos con el otro. Esa es parte de la batalla cultural que asumimos.