Tras la brizna que une las escenas pública y privada

16 junio 2025 10 minutos
Redacción

Una serie de decantadores temáticos le permite a Saül Karsz concentrarse en la convivencia cambiante entre lo íntimo y lo social. El resultado de las reflexiones sobre este vínculo recíproco y constante da contenido a Asuntos sociales, cuestiones íntimas, libro de La Hendija Ediciones, próximo a ser presentado en sociedad.

Hace seis décadas que el argentino Saül Karsz fue a Francia detrás de una beca. Probablemente, lo que pasó en la cultura de un lado y otro del océano y en su vida personal lo llevó a producir desde una curiosa extranjería binacional que, sin embargo, no diluye su múltiple sentido de pertenencia. 

Esos mundos alternativos que fue creando gozan del dinamismo de las tríadas: desde la filosofía, la sociología y la psicología fue intentando desatar los nudos donde intersectan las dimensiones política, económica e ideológica. Lo ha hecho con un oficio de artesano y ha cuidado que los hilos del debate teórico sustenten el tejido de lo observado, para evitar la mirada meramente instrumental.

Ahora está presentando Asuntos sociales, cuestiones íntimas, integrado a lo más reciente del catálogo de La Hendija Ediciones. Más que una dicotomía, el título parece estar dando cuenta de una tensión: son los términos de una ecuación por los que una y otra se cuestionan, yuxtaponen y potencian.

Cuánto tracciona lo íntimo en la configuración de lo social y en qué medida lo social predispone a ciertas prácticas de la escena aparentemente íntima, es una cuestión que atraviesa el libro.

En la obra, las referencias a la vejez, la salud, el suicidio, la victimología y la innovación social son ordenadores temáticos que permiten actualizar las reflexiones transdisciplinarias de Karsz que, en retrospectiva, siente que en algún punto se confirma aquello de que un autor en cada material va escribiendo un mismo libro cuyo capítulo final desconoce y procura afanosamente.

Con el estilo austero y preciso de su escritura, respondió a las inquietudes de Tekoha, con un sereno sentido docente.

-Las preocupaciones que llevaron a escribir Asuntos Sociales, Cuestiones Íntimas, ¿son deudas pendientes de su trayectoria y su producción o están inspiradas en inquietudes del presente y, en tal caso, en cuáles?

-Dos preocupaciones convergentes, en realidad. Trabajo ese tema y ese tema me trabaja desde hace ya muchos años. Bajo formas diversas, recuerdo haber estado siempre preocupado por la presencia de los asuntos sociales en el seno de las cuestiones íntimas y, viceversa, por la intervención de cuestiones íntimas en el corazón de los asuntos sociales. 

Por la presencia de hecho: no busco ligarlos como si fueran dos territorios relativa o completamente impermeables uno al otro. No se trata de psicología social, disciplina-síntoma que busca articular dos espacios que comienzan por imaginar extranjeros uno al otro (psicológico de un lado, social del otro), tratando así de establecer puentes entre ambos, irremediablemente inestables, precarios, porque presupone una supuesta impermeabilidad. 

Por el contrario, me importa saber cómo uno y otro operan recíproca y constantemente, cómo funcionan gracias y contra el otro, en el corazón del otro. ¡Tampoco quiero decir que son intercambiables! Enfatizo este dato: imposible abordar asuntos sociales o bien cuestiones íntimas sin decir algo o mucho, al menos implícitamente, del aspecto oficialmente ausente. 

Las distinciones analíticas y disciplinares corresponden raramente a separaciones en lo real. 

-Podemos pensar en un ejemplo.

–Uno banal: un problema de dinero no es un problema únicamente financiero. Una terapia, por ejemplo, es un proceso que en principio solo un psicólogo, un psiquiatra o psicoanalista puede conducir: se requieren una cura personal de parte del profesional, formaciones adecuadas, supervisiones pertinentes. Esto no se improvisa. Sin embargo, el paciente aporta, con sus afectos, determinados valores y modelos de vida, de sexualidad, de convivencia. No veo cómo el psy podría escamotear esta dimensión ideológica. Puede no abordarla de frente porque carece de los dispositivos conceptuales adecuados, porque cree (¡creencia, como toda otra, inverificable!) que los asuntos sociales solo existen en la calle, en el palacio de gobierno, en las reivindicaciones políticas. Porque cree que social quiere decir colectivo, únicamente colectivo. 

Como el sociólogo imaginando que los lapsus solo tienen lugar en la cámara nupcial y no, también, en la cámara de diputados. Ahora bien, en el curso de una terapia el paciente cambia en sus afectos y también, indisociablemente, en sus posturas sociales, sus compromisos, etc. Que el psy no sea directamente responsable de las resoluciones del paciente no impide que éstas tengan algo o mucho que ver con el curso de la terapia, con las orientaciones indisociablemente clínicas y sociales puestas en obra. En otros términos, ¡incluso los cuerpos que ignoran la ley de la gravitación universal caen hacia el centro de la tierra! Hay prácticas específicas, con dominante psíquica o política o artística, pero no hay prácticas exclusivamente psicológicas o únicamente sociológicas o puramente políticas.

Allí aparecen las inquietudes del presente. En Argentina, se habla hoy día de una política del odio porque el odio, como el desprecio de clase o el orgullo de clase, no representa únicamente una pasión subjetiva. Asumido por sujetos humanos singulares, el odio marca una línea de comportamiento, una concepción de vida, una postura existencial, es la cúspide visible de un iceberg multiforme. 

–¿Qué propone?

–Que a más de un siglo de la invención de la psicología y del psicoanálisis, profundicemos estas disciplinas, ampliemos sus perímetros, participemos en su renovación. A fin de robustecer sus opciones teóricas y clínicas.

Me parece esencial que psicólogos, psiquiatras y psicoanalistas cesen de jugar a las escondidas con la historia social y que, paralelamente, los sociólogos cesen de asombrarse ante las explosiones pasionales en medio de debates académicos y de reyertas políticas. El desafío es hoy día forjar concepciones y prácticas abiertas, lo menos dogmáticas posible: contribución parcial pero apreciable a la indispensable reconciliación de intelectuales e investigadores con la gente de a pie. 

No se trata de renunciar a los principios en favor de un mejunje donde todo se confunde con todo. Al contrario, se trata de sostener que los principios son más sólidos y percutantes cuanto mejor pueden discutirse con argumentos, más acá y más allá de las creencias, cerradas por definición, dogmáticas por esencia.

Saül Karsz, Doctor en Filosofía y Sociología, autor del libro Asuntos sociales, cuestiones íntimas.

Conexiones

-¿Es la ideología ese puente que existe entre una esfera y otra? Si es así, ¿en qué sentido la entiende y cómo la aplica, dada la polisemia de su uso frecuente?

–Término harto polisémico, en efecto. Esto constituye un inconveniente y a la vez una ventaja. Inconveniente, porque ese término se utiliza para nombrar experiencias y situaciones radicalmente heterogéneas, sobre todo cuando se le da un contenido negativo, autoritario, destructor. Tipo “ideología nacional”, de triste memoria. Olvidando, sin embargo, que hay ideologías positivas, constructivas, tipo “libertad, igualdad, fraternidad”, configuración ideológica revolucionaria en su época. 

También los feminismos constituyen posturas ideológicas, esto es, concepciones no neutras, que defienden los derechos de las mujeres, que buscan protegerlas, que denuncian las ideologías opuestas (machismo, patriarcado). 

–Esos serían los inconvenientes, ¿cuáles son las ventajas de utilizar la polisémica expresión ideología?

–Sobre todo, porque esta polisemia del término “ideología” nos recuerda que no hay una sino varias, que no van en el mismo sentido, sus beneficiarios y sus opositores no son en absoluto los mismos. Por eso me refiero a los feminismos: en plural. Hay ideologías que matan y otras que ayudan a vivir, ideologías del sojuzgamiento versus ideologías de la liberación. 

Conviene entonces distinguir ideología en singular, que es un concepto, una estructura, y por otra parte ideologías en plural que designa configuraciones históricas particulares. Comparable a la diferencia economía/economía capitalista, o a la diferencia neurosis-cuadro clínico general/mi neurosis-configuración singular.

Cabe pasar, con bastante trabajo, de una configuración ideológica a otra; imposible de llegar a un estadio a-ideológico. “Yo no hago ideología” quiere decir: “aquella que defiendo es la buena ideología, a la que todo el mundo debería adherir”.

Referirse a ideologías plurales, más de una vez opuestas, irreconciliables, designa una multiplicidad harto útil para evitar lugares comunes tan rápidos cuanto inconsistentes, harto usuales en la materia. Mucha gente, no solo los políticos, hablan de ideología como si supieran de qué se trata precisamente. Cuando dicen oponerse a LA ideología, en realidad se oponen a algunas de ellas, en favor y en la perspectiva de otras ideologías, todas igualmente plurales, todas igualmente no neutrales.

–Las ideologías, como con el oxígeno: es imposible pensarse sin ellas…

–Hay ideologías en los asuntos sociales tanto como las hay en las cuestiones íntimas: a la vez en los valores y orientaciones políticas y en la división socio-doméstica del trabajo. Las hay en las tareas supuestamente masculinas o pretendidamente femeninas, así como en las modalidades subjetivas de goce.

Las ideologías marcan un continuum entre la escena pública y la escena privada. Este asunto lo he trabajado en mi libro, todavía no traducido, Mythe de la parentalité, réalité des familles, es decir, Mito de la parentalidad, realidad de las familias.

–¿Qué plantea?

–Entiendo a la escena pública y la escena privada no como elementos entre otros sino como dispositivos organizativos, como arquitecturas constitutivas: ideología quiere decir “sentido (del mundo, de la vida, de mi vida) no neutro. 

Las ideologías muestran cómo ninguna de dichas escenas está confinada en su solo perímetro: asuntos sociales y cuestiones íntimas comparten desafíos comunes. He escrito docenas de artículos y varios libros para subrayar el rol necesario de las ideologías y el carácter positivo, progresista, de algunas de ellas.

Ideologías que, me limito aquí a señalar, no pueden ser pensadas hoy día sin los avances decisivos de la lógica del inconsciente, según Sigmund Freud y Jacques Lacan. Estos avances internos al campo del psicoanálisis esclarecen aspectos capitales del funcionamiento de las ideologías, las cuales, a su turno, producen efectos en la comprensión contemporánea y en el funcionamiento concreto de las formaciones inconscientes. 

Por eso mi leitmotiv constante: “ideología e inconsciente hacen nudo”. De allí, por ejemplo, que la política social y las intervenciones sociales parezcan enigmáticas e incomprensibles para sus agentes y también para los poderes públicos si se menoscaba la potencia material e inmaterial de las configuraciones ideológicas tanto en lo que se llama público cuanto en lo que se llama privado.

Recorridos

–¿Qué vigencia le asigna al pensamiento de Althusser como cristal y herramienta para abordar los problemas actuales?

–Althusser hizo entrar la problemática marxista, mejor dicho, un cierto enfoque crítico, una actualización de la problemática marxista en los debates y urgencias del siglo XX. Althusser procede con Marx como Lacan con Freud: no una simple continuación de discípulo aplicado sino nada menos que una refundación radical. 

Althusser hace de Karl Marx un autor contemporáneo. Por ello pienso que Althusser es hoy día indispensable, vital. Gracias a sus trabajos, no solo sobre la ideología por lo demás, se pueden describir aspectos significativos de las sociedades contemporáneas, hacer el inventario de sus funcionamientos;  pero escasamente explicar lo que se describe, mucho menos poner al descubierto su motor, su razón de ser, menos aún su superación posible. 

Seamos claros: lo que se terminó, salvo algunos residuos empecinados, son las pretensiones omni-explicativas de ciertos marxismos, y también de ciertos psicoanalismos. Desplome altamente fructuoso, por supuesto. “Marx dijo que…” suena tan ridículo como “Lacan dijo que…” y, ambos, tan obtusos como las premoniciones evangelistas. 

La llamada caída del marxismo es en buena medida la caída de su vertiente milenarista. En esta lógica, la obra de Althusser marca un hito insoslayable. No un autor “total” y sin grietas sino un gran pensador sobre ciertos temas actuales. 


A propósito de las palabras y sus sentidos, ¿por qué prefiere sociales a públicos e íntimas a privadas?

–Los prefiero porque no son sinónimos. “Sociales” puede ser público y también privado e incluso íntimo. Sea el superyó: perfectamente íntimo y subjetivo, comporta igualmente interdicciones y permisividades sociales. Imposible trazar una barrera de separación entre estos elementos íntimos y sociales. Recuerdo el término de éxtimo, inventado por Lacan para nombrar la exterioridad de la que la intimidad está hecha y deshecha. 

Por su parte, el privado es una categoría jurídica que refiere a ciertas prácticas e instituciones, que pueden ser o no íntimas, pueden o no tocar las subjetividades. Las prácticas sexuales de una prostituta son privadas, se realizan en un ámbito jurídicamente privado, pero se hallan inscritas en un orden público y, para la prostituta, no necesariamente íntimo.


–¿Qué aportes puede hacer el pensamiento filosófico a esta problemática que admite otros abordajes?

–El pensamiento filosófico incluye varias corrientes, a veces diametralmente opuestas. Si llamamos “filosofía” al trabajo teórico que no renuncia a la pregunta por el por qué, diremos que este pensamiento es efectivamente imprescindible en la temática que estamos abordando. 

Cuanto más uno está peleado con las filosofías del cuestionamiento, mayor dificultad tendrá en entrar en este tipo de planteamiento. Cuanto menos se aprecien las filosofías de la controversia razonada, en mayor medida se confunde el comentario con el análisis, la paráfrasis con la explicación. 

La cuestión del por qué, en efecto, lejos de ser puramente retórica, reviste un carácter existencial, vital. Nos referimos a un pensamiento filosófico que procede a deconstruir lo existente, a interrogar sus componentes, sus causas y efectos. Que no se contenta con el cómo. En una palabra, la filosofía en tanto antídoto contra la naturalización de lo real social, personal u otro. Insistencia sobre el hecho de que las cosas llamadas simples son las cosas poco o nada interrogadas. Ventilación del invernáculo de las convicciones, apertura de espacios de respiración…


–¿Qué valor le asigna a este libro dentro de la galería de producciones suyas?

–Es un libro que avanza sobre dos frentes. Por un lado, trato de fijar algunos hitos poco o nada desarrollados en trabajos anteriores sobre la cuestión lancinante del nudo “ideología-inconsciente”. Por otro lado, utilizo concretamente ese nudo a propósito de temáticas empíricas. A saber: la vejez, que propongo dejar de confundir con el envejecimiento y abrir así nuevas perspectivas a los denominados “ancianos”; la victimología, configuración corriente que oculta fenómenos mucho más complejos; la locura, que es simétrica a la llamada normalidad o racionalidad, cosa que una y otra no suelen serlo frecuentemente; pensar el suicidio y la salud son los casos siguientes, se trata de situar sus manipulaciones y muy curiosas utilizaciones; la cuestión del proyecto (personal o institucional) y finalmente de la innovación, tan ensalzada hoy día, terminan el volumen. 

Por cada temática, el desafío es mostrar cómo y por qué funciona, qué perspectivas se abren, qué aeración de ciertas evidencias y obstrucciones se producen. Así pues, a través de cada artículo o libro me esfuerzo por abordar nuevos aspectos de una problemática reiterada, constantemente retomada, reasumida, y sobre todo profundizada, reagudizada. 

De hecho, estoy escribiendo un libro único, por el momento sin fin, diría Borges. Índice persistente de una afección filosófica probablemente incurable.

Dos orillas

Su obra tiene la particularidad de estar dividida por los idiomas que domina, el francés y el español. ¿Hay algo de la lengua que influya en la forma del pensar o sólo son formas de expresión distintas de las mismas ideas?

–Las ideas son las mismas, los esquemas pueden ser semejantes. Pero su alcance no es idéntico en las dos lenguas, no suenan del mismo modo. ¡Ni siquiera tienen el mismo olor! Ni peor ni mejor: diferentes. 

La traducción de una lengua a la otra comporta interpretaciones de la lengua original, adaptaciones singulares, modismos peculiares. Ejemplo extremo: la edición española de mi libro sobre el trabajo social (“Porqué el trabajo social: definición, figuras, clínica”) propone nada menos que 30 páginas más que el original francés. No se piensa de la misma manera, el autor no se aventura de la misma manera, no afronta desafíos idénticos en dos lenguas diferentes. 

Arriesgo pues la idea que solo existen obras originales. ¡Diferencia entre la inteligencia artificial y la inteligencia a secas! Por esta razón, antes de confiar artículos y libros al editor, los hago releer por amigos-correctores, lectores generosos e implacables (Claudine Hourcadette por el francés, Nicolas Lobos por el español). No sigo al pie de la letra todas sus recomendaciones, pero sí las considero para revisar tal o cual formulación. 

En conclusión, concibo la escritura como una modalidad de escultura, y la escultura como un acto radicalmente sensual caracterizado por satisfacciones y sinsabores cada vez, en cada lengua, inéditos, irreproducibles. Sin olvidar que el autor oficial de un libro, aquel que lo firma, es el titular visible de un conglomerado más o menos vasto de autores conocidos y desconocidos, de tendencias, lecturas, interpretaciones, encuentros y desencuentros de toda índole…

–¿Cómo ha sido la experiencia de trabajar a distancia con La Hendija Ediciones? ¿Qué balance hace de esta publicación como tal?

–Hace poco recibí en mi domicilio ejemplares de Asuntos sociales, cuestiones íntimas: excelente factura táctil, edición esmerada, agradable papel. ¡Autor feliz! Experiencia fructuosa con La Hendija, que espero reproducir con otras publicaciones. Ya es el caso, por lo demás, con el volumen colectivo “El pensamiento de Saül Karsz” propuesto por mi amigo Leonel del Prado, volumen prácticamente terminado que volará a Paraná hacia fines de este mes de junio.

Espero por lo demás conocer personalmente a La Hendija en ocasión de un viaje probable en 2026. ¡Sin olvidarme de tomar una cerveza con el periodista que me plantea estas sugerentes preguntas!

Nos vemos

El jueves 19 de junio a las 15 (Argentina) y 20 (Francia) tendrá lugar la presentación virtual en vivo de Asuntos sociales, cuestiones íntimas, de Saül Karsz.

Del evento formará parte Ricardo Laleff, doctor en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires. investigador del Conicet y del Instituto Gino Germani de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. 

La transmisión del vivo será por Facebook Live de https://www.facebook.com/lahendijaediciones.

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