Una aventura en vuelo

18 septiembre 2025 12 minutos
Redacción

Con trazos finos y gruesos, la poeta y bandoneonista Cecilia Tonina y el violinista Luciano Pasquetto escriben en Madrid, a mano alzada, los capítulos de una novela que imaginaron entre Paraná y Santa Fe. El camalote que transporta a estos migrantes debe su milagro lila a las raíces fluviales que exploran tradiciones de agua salada y dulce. En tono de entrevista, el relato de los viajeros.

Dieron un brinco sobre el violín y el bandoneón y se hicieron a la mar. Diez mil kilómetros después llegaron hasta la mediterránea Madrid.
Para los residentes y visitantes con los que se cruzaban eran una pareja de jóvenes argentinos, aunque Luciano Pasquetto se sepa santafesino y Cecilia Tonina, paranaense.
Los nuevos amigos, las nostalgias y los proyectos, las plazas y los paseos públicos, las amistades heredadas, las condiciones de subsistencia, las salas y los bares, la complicidad compartida y el trato con artistas los llevaron a explorar las combinaciones posibles entre cuatro cuerdas y setenta y un botones. La palabra hizo de aglutinante maleable, mientras la pareja se pregunta en cada vuelta a la esquina si la vida que están edificando es aquella que vislumbraron cuando imaginaron la travesía.
Ante la tentación de mirar hacia atrás y arriar las velas en más de una ocasión se ha presentado la frase del poeta Mejor saber dónde vamos, adónde nos lleva el tiempo, que bajo una expresión más directa da nombre a la propuesta artística: Cuatro alas.
De paso por el litoral argentino, volvieron a los lugares de antes y actuaron con otros dúos, como Arapoty y Enarmonía.
En un interludio, aceptaron el desafío de Tekoha y se abrieron a la labor de realizar balances y desenzarzar la madeja levemente indescifrable de la experiencia.

–¿Cuáles fueron los orígenes de Cuatro alas?
–C: El dúo nace en una mezcla de convivencia de pareja y pandemia mundial. Comenzamos a tocar juntos basados en arreglos para bandoneón solo que luego Luciano fue modificando hasta crear nuestros primeros temas como dúo.
Hoy, ya con más experiencia, son arreglos más complejos, que continúa haciendo él, basándose en las obras para orquesta típica, principalmente.
–L: Estrenamos públicamente nuestro dúo en España, Madrid específicamente, y nuestro carácter se fue creando por necesidad.
Íbamos a cada sala y espacio cultural que nos cedía un lugar y en nuestro intento de darnos a conocer y acercar el tango a un público desacostumbrado al género fuimos incluyendo las historias de los tangos al espectáculo. Luego gracias a Silvia Cuevas Morales, poeta chilena-australiana, se sumaron las poesías de Ceci, recitadas por ella misma.
Y terminamos de cerrar nuestra idea de espectáculo gracias a los consejos de Olga Manzano, cantante y directora de teatro argentina.

Arribos

–¿Cuándo llegaron a España? ¿Qué idea tenían sobre vivir allá?
–C: Llegamos hace tres años y medio, en marzo del 2022. Fuimos con la idea de vivir una experiencia distinta. Luciano ya conocía Europa y desde su primer viaje quedó con ganas de probar suerte allí.
No conocíamos Madrid ninguno de los dos, pero es una ciudad amable con el de afuera ya que están muy acostumbrados tanto a gente de otras ciudades españolas como de otros países.
No sé si ha mutado nuestra idea con el tiempo, yo sigo con la idea de volver a Latinoamérica. Hemos sido afortunados en encontrar personas que nos han ayudado mucho y nos han sabido contener.
L: Por mi parte, siento que necesito mutar todo el tiempo. A la ida a Europa lo tomé como un desafío para ver si podía afrontar un desafío de ser “un total desconocido” y también me sirvió para darme cuenta lo que había construido en todos mis años en la región del Litoral.
Obvio que Latinoamérica está en mi corazón pero estaba cansado de “luchar con los mismos molinos de viento”.
–C: Lo que nos ha dado de comer este último tiempo ha sido el trabajo de Luciano dando clases en institutos de música. Paralelamente a eso trabajamos en distintos proyectos artísticos. Siempre teniendo el sostén de la familia que posibilita que nos dediquemos exclusivamente a nuestras profesiones y no tengamos que resignarnos a tomar trabajos de atención al público, por ejemplo, que es lo más común en nuestro rubro y para extranjeros allí.

–¿Fue conflictivo rearmar la rutina o mantuvieron una similar a la que tenían en Argentina?
–Fue un aprendizaje pero dentro de todas las variantes no nos costó tanto. Llegamos a un departamento compartido pero éramos todos argentinos así que las costumbres sólo diferían en pequeñas cosas. Luego ya viviendo solos fue mucho más fácil.
La ciudad de Madrid está despierta prácticamente todo el tiempo, entonces uno puede ir acomodándose de a poco. Sobre todo nos tuvimos que acostumbrar a sacarnos el miedo de la calle a cualquier hora. También es respetuosa con el peatón y el transporte público funciona bien, en definitiva hemos ido de menos a más por lo que no costó mucho.
La rutina más dura de llevar fue la de la familia y los amigos. Los domingos desaparecieron las comidas y la sobremesa como estamos acostumbrados aquí, y así podríamos nombrar infinitas cosas culturales. Pero de a poco hemos podido recrearlas nosotros y aprender nuevas, por supuesto.

Las sumas

–Luciano, ¿cómo se complementan los perfiles de músico sesionista/docente/concertino/arreglador?
–Creo que ser músico implica mucho más que solo tocar un instrumento. Tuve la suerte de estudiar (de manera gratuita) en la Escuela de Música N° 9901 Orquestas Sinfónicas de Niños y Juvenil, de Santa Fe, donde la preparación es muy amplia (armonía, formas musicales, interpretación, etc,), y en el Instituto Superior de Música de la UNL seguí ampliando mi conocimiento musical. Así pude despertar de a poco todas las facetas que me interesan en la música.
Luego la docencia llegó, al principio, como una necesidad económica, y con el tiempo decidí tomarlo completamente en serio para hacerlo lo mejor posible y de esa manera conseguí el reconocimiento de parte de alumnos y padres, que es para mí, el broche de la profesión.
Si bien las dos cosas se creen que van de la mano, yo siento que no todo el mundo que toca un instrumento debería estar dando clases: la responsabilidad es inmensa y muchas veces invisible.

–¿Referentes?
–No pienso tanto en los referentes, trato de hacer mi propio camino. Si bien es obvio que tengo que agradecerle a infinidades de maestros de los que aprendí muchísimo, no siento que puedo decir que tenga un referente. Te podría nombrar de muchos géneros inclusive y hasta de otras profesiones.
¿Por qué digo de otras profesiones? Porque el hacer música no es una tarea de solo tocar bien las notas. Es el estar con la otra persona (o personas), generar equipo, entender distintas miradas, discutir con fundamentos, corregir, dialogar y crear algo en conjunto. Esa es al menos mi forma de ver esta hermosa profesión.
–Cecilia, ¿cómo lograste encadenar el desarrollo de prácticas no siempre hermanadas como la escritura de la poesía y la ejecución de un instrumento como el bandoneón?
–Yo aprendí a definirme estando allí como poeta. (he sido a la que más le ha costado y cuesta vivir allá). El bandoneón es un amor distinto, un poco más enfocado a lo laboral que a otra cosa.
Yo como poeta vivo, miro, pienso y hablo desde ese sentimiento de escritora. Bien o mal ya es cuestión de críticos y lectores, pero no es algo de lo que pueda salir o dejar de hacer. Por supuesto que también es mi trabajo y es a lo que mentalmente le dedico más tiempo, en aprender y hacer.

–¿De quiénes sentís una influencia?
–La primera influencia que tuve en mi escritura fue la de mis padres, Haydée Chaparro y Guido Tonina. Siempre en su dúo le dieron mucha importancia a las letras, al mensaje que se daba. Luego me encontré con la poesía de Pablo Neruda pero hoy por hoy el poeta que me marca la utopía es Mario Benedetti, en mis versos; en mis textos poéticos, Eduardo Galeano. También desde las letras de canciones tengo mis favoritos, como Yamandú Cardozo.
Podría nombrar muchos más escritores y escritoras pero esos son los de la mesita de luz.
Ahora, en cuanto al tango y al bandoneón, no lo sé exactamente. No fue un género muy escuchado en casa, ni un instrumento naturalmente en mi entorno. Recuerdo mucho la idea de un bandoneón blanco que después ubiqué en Ruben Juárez, y su participación en Encuentro en el estudio. Ya antes de eso tenía un amor incondicional a Carlos Gardel, mi primer amor tanguero.
Hoy mi bandoneonista favorito es Aníbal Troilo, puede que influenciada por saber que tenía una gran admiración por el Zorzal Criollo, no lo niego tampoco.

Ayer nomás

–¿Qué sucedió a la distancia en la relación con sus familias de Argentina?
–Aprendimos la paciencia, y a valorar el tiempo compartido. Uno comprende los mimos de los padres que tal vez antes hubiésemos discutido un poco, las formas de querer sin necesidad de verbalizarlo.
Todos los vínculos mutaron, se afianzaron o se alejaron, y aprendimos que querernos también es darle el espacio y el tiempo a quienes realmente se preocupan por nosotros.
Creo que son relaciones más sinceras, uno aprende a no perder tiempo en las formalidades y que todo puede cambiar de un momento a otro.

–¿Cómo fue el proceso de ensamblado de nuevas familias en España?
–Ya desde Argentina tuvimos una tía que nos marcó el camino, que fue Pili Campos, viuda de Rafael Amor. Ella nos ayudó a no estar desamparados en la ciudad, junto a Salvador Amor, hijo de Rafa.
Allí en Madrid sumamos dos tías más, que son Zepita y Rosa. Zepi es nuestra vecina, una payasa ya jubilada, si es que uno se termina de jubilar del arte en algún momento.También está Silvia Cuevas Morales, grandísima amiga y poeta.
Hemos tenido mucha suerte en lo humano, siempre tuvimos a quién recurrir. Y por supuesto, gran parte de esa suerte se la debemos a Rafael Amor, que marcó un camino del que todavía hoy quedan huellas.

–¿Cómo resuelven ese amable tironeo entre las familias de sangre de la Argentina y las del corazón en España?
–C: Es algo que recién estoy conociendo, ¡por lo que resolverlo está muy lejos de mi vista! Tengo el corazoncito latinoamericano, por lo que tira siempre más este lado, pero agradezco mucho cada paso acompañado. Sí es cierto que pude ponerlo en palabras en mi cuarto libro, un libro cargado de tristeza, pero que me permitió salir a flote. Pero principalmente, terapia, mucha, a cada rato. No hay recetas mágicas, hay profesiones necesarias.
–L: Por mi parte, el tiempo me hizo formar familia fuera de mi familia, pero también me enseñó a distinguir muy bien lo que considero familia. No digo a la ligera palabras como hermano o amigo. Mi familia siempre me apoyó y estuvo al lado mío, sobre todo en las malas.
No cuestionan mis proyectos, al contrario, los respetan y los apoyan. En mi casa no son músicos o artistas, pero sí supieron entender desde el minuto cero que lo que yo hago y hacía (en formación) es mi profesión y no un hobby.
También siento que los vínculos no me atan, sino que me enseñan, acompañan y me refuerzan, en cualquier parte que estén. Obvio que extraño, pero tampoco siento la necesidad de estar en un solo lado. Como dije anteriormente siento la necesidad de mutar todo el tiempo, jajaja.
Y comparto las palabras de Ceci, terapia (mucha). Es necesario estar bien uno mismo y entenderse para poder generar algo con otros.

Realidades

–¿Qué desafíos implicó vivir en España?
–Implicó un lenguaje nuevo, costumbres nuevas y desconocidas, humor totalmente distinto, referencias nulas culturalmente, descubrir la historia de la región que a veces ni ellos mismos conocen del todo. Una reafirmación y estandarte de nuestra cultura.
Tenemos procesos completamente distintos con Luciano, pero eso también nos permitió acompañarnos, cuando uno caía el otro estaba de pie y viceversa. Artísticamente igual, él con una trayectoria larga volviendo a cero, renovando la paciencia hasta encontrar una oportunidad más concreta en lo profesional.
Yo recién empezando volviendo todavía más a cero, viendo cómo eso que una vez pensé ser ahora no se podía proyectar, definiendo en dónde encajaba en ese lugar que nunca busqué.
Eso repercutió en el dúo, en los arreglos, en los vínculos con los instrumentos, en las banderas que defendemos dentro del espectáculo y en las poesías que se volvieron parte fundamental de nuestro carácter.

–¿Cómo sigue la formación allá? ¿Qué contacto tienen con músicos o docentes?
–Luciano encontró un reconocimiento como profesor que aquí no se le había dado mucho. También pudo empaparse de distintos ritmos de todas partes del mundo, porque en Madrid hay músicos de todos lados y con distintas trayectorias.
Yo pude explorar un poco más mi voz, mi corporalidad en la danza y musicalmente he encontrado espacios preciosos. La escritura es algo común allí, así como la poesía, por lo que aprendo muchísimo y me permito ser también.
Es un contacto constante con músicas, géneros, y músicos.


–¿Qué clase de espectáculo están haciendo?
–Nuestro espectáculo es tango instrumental intercalado con poesía recitada propia. Antes de cada tema contamos alguna historia detrás de la canción o el autor, para que la gente pueda escucharlo desde otro lugar. Decimos que lo dividimos en tandas porque hilamos las historias de los tangos con los poemas en cuanto a alguna temática en particular, puede ser el amor, lo diferente, los rituales, etc.

–¿Qué aprendieron al tocar en espacios públicos que pudieron aplicar en las salas y al revés?
–Creo que lo principal que aprendimos fue a no encasillar a nuestro público, ni por edades, ni género ni nacionalidad. Nuestros mayores fans en el parque eran niños y bebés que obligaban a sus padres a quedarse porque no se movían hasta que terminábamos de tocar.
Supimos manejar también las distracciones, porque puede pasar cualquier cosa en la calle.
Y creo que el hecho de haber trabajado en salas anteriormente nos da también la seriedad de que uno está entregando su trabajo, así escuche una sola persona o 20, o solo pase caminando y capte unos compases nada más de música.
Nos gusta ir a salas donde no se esperan ni tango ni poesía, porque en general no es que al público no le guste ese tipo de arte, sino que se le ha acercado mal el género o nunca tuvieron la posibilidad de vivirlo.
Eso nos define bastante, no encajamos en ningún lado pero podemos tocar donde sea.

–¿Qué tipo de tango les interesa hacer, es además -por el feedback que tienen- el tango que interesa escuchar en España?
–Recorremos distintas épocas del tango, no nos hemos encasillado en cierto período o compositor, al menos no intencionalmente. Sabemos que el público se divide en dos grandes grupos, los que quieren clásicos viejísimos porque les recuerda a alguien y los que no conocen nada y les atrae el sonido más nuevo, como Piazzolla.
Lo importante para nosotros es, desde nuestro lugar, con el mayor respeto posible, entendiendo de dónde venimos y nuestro acercamiento al tango, dar a conocer esa partecita de nuestra cultura y derribar ciertos mitos alrededor de ella.

–¿Cuánto influye en el repertorio y los arreglos el toque diferente del violín y el bandoneón?
–L: Creo que son dos instrumentos que se complementan muy bien y pueden llegar a generar colores únicos. Es difícil de ensamblarlos, porque los dos son muy avasallantes y protagonistas, no es que uno indiscutiblemente acompaña al otro. Entonces ese tire y afloje de egos es (a veces) difícil de coordinar, si bien sus timbres y texturas se complementan muy bien y no pierden su individualidad.
Como arreglador, no me cierro a esto no se puede hacer para estos dos instrumentos. Me planteo esos desafíos todo el tiempo y nos exijo como músicos para conseguir hacer algo distinto.
Una gran ayuda a la hora de componer fue de Gabriel de Pedro, quien muy sabiamente me dijo que no trate de hacer arreglos de obras de tango a partir de un dúo de algún otra formación, sino que trate de plasmar toda la orquesta típica en esos dos instrumento; eso hace que el rol del violín o el bandoneón a veces se transforme en una voz de piano, o de cantante, o de contrabajo, o de cualquier otro instrumento de la típica.

Diálogos

–¿Qué dificultades y qué ventajas plantea el hecho de que no haya cantantes en la formación?
–La gran ventaja que tenemos es que somos pareja además de compañeros de dúo, por lo que coordinar ensayos y viajes es relativamente más fácil (porque también hay que autoexigirse “ir” a los ensayos que son en la misma casa). Ser solamente dos personas facilita el traslado, el caché, coordinar todo en general, sonido, equipo, etc.
Si se quiere, la ventaja de que no haya cantante es que la palabra cobra otro sentido en nuestro espectáculo, dio paso a la poesía cuando no es tan común.
La dificultad es que la gente no está acostumbrada a simplemente escuchar música instrumental, por lo que siempre espera a un o una cantante, o te pueden pedir en ciertos espacios que haya alguien más, como si fuéramos insuficientes.

–Fueron en busca de un salto de calidad, ¿creen que van por ese camino o ese objetivo general se ha ido potenciando con nuevas metas?
–L: Creo que sí, además el arte es nuestro caballito de batalla ante tanta cosa nueva y distinta que toca vivir. Uno va aprendiendo que sabe poco y va valorando todo lo que sabe al mismo tiempo.

–¿Qué podrían mencionar como logros de la etapa europea? ¿Qué proyectos tienen realizándose o en vistas de ejecución?
–C: Personalmente tomo como logro que sobreviví a todo esto que no podía imaginar y que me cuesta aún hoy ver para adelante. Mis dos mayores logros son mis libros, el tercero y el cuarto por venir. Y mis metas también siguen en la línea de la escritura, nuevos desafíos en géneros que no manejo tanto y disfrutar posibilidades que se van presentando para acompañar a otros desde mi poesía.
–L: En mi caso, siento que hubo un crecimiento como profesor muy grande. Me encontré con nuevos desafíos en la enseñanza, que en Argentina no los había tenido y en este último tiempo me encontré de nuevo en el rumbo musical, no solo en el dúo sino en proyectos orquestales que de a poco se van reforzando y armando nuevos caminos.
Como dúo puedo decir que no bajamos los brazos, que pudimos recorrer distintos países, nos animamos a abrirnos a otras culturas, como la de habla inglesa, que nos permitió conocer mucha más gente.
Tenemos ganas de hacer, de probar, de no detenernos solo en el tango y explorar otros géneros como el resto de nuestro folklore que se verán reflejadas en nuestro próximo disco.

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