Unos cielos cinematográficos

19 mayo 2025 4 minutos
Redacción

Los martes de mayo, una respetable cantidad de vecinos participa de las proyecciones del ciclo Una palabra en el cielo, en La Vieja Usina. Las películas derivan en charlas, en las que se cruzan saberes, prácticas y experiencias. La organización corre por cuenta del Instituto Audiovisual.

Nacido en Crespo, Maximiliano Schonfeld tiene en su haber la realización de media docena de filmes. Además, ejerce la docencia. Desde hace unos meses, es el responsable del Instituto Audiovisual de Entre Ríos que, entre tantas otras actividades, propone un ciclo de películas que aprovechan la vida en el espacio para reflexionar sobre los dilemas humanos, con los pies sobre la tierra.

Las películas se proyectan los martes a las 21, en la Sala Rubén Noble, sita en Gregoria Matorras 861, Paraná. En ese contexto ya se disfrutó de Moon (2009), de Duncan Jones, y de Gravity (2013), de Alfonso Cuarón. El próximo martes 20 se podrá ver Salyut-7 – Héroes en el espacio (2017), de Klim Shipenko. Mientras que el martes 27 de mayo será el turno de Apolo 11 (2019), de Todd Miller.

Con entrada libre y gratuita, las obras cinematográficas son seguidas por un atractivo número de interesados que, luego, participan de los intercambios. “Buena parte de nuestras discusiones pasan por cómo construir sentido de pertenencia mientras disfrutamos del cine que nos gusta”, dijo el funcionario a Tekoha, no sin valorar la labor y las propuestas de los distintos clubes de cine que funcionan en Paraná.

–¿Cómo surgió el ciclo Una palabra en el cielo – Ciclo de Cine Astronómico? 

–Desde el Instituto Audiovisual nos interesa mucho trabajar lo interdisciplinario a partir del cine. En algún momento exploramos en los cruces con ciertas artes, como la poesía o la música. En otros hubo diálogos con la antropología y en este caso con la astronomía. La idea es ver cómo el arte y la ciencia pueden convivir, tensionar, traer pensamientos nuevos. Y esa reunión entre áreas diversas del quehacer humano implica también la conformación de escenarios de encuentro con personas diferentes, paso previo a la construcción de comunidades y la recreación de vínculos atravesados por la amorosidad y el conocimiento.

–¿Con qué criterio se seleccionan las películas?

–Es diverso. Al comienzo del año los dos primeros ciclos fueron curados por personas externas al Instituto, como Sofía Lena Monardo (“Acá reunidos, al calor de la luz”) y Javier Diz (“Impacto Fulminante: cuando la música transforma), con quienes naturalmente tuvimos comunicación previa, pero ellos hicieron la selección en completa libertad. 

En el caso del Ciclo de Cine Astronómico la labor estuvo a cargo del equipo de trabajo el Cine club. Las dos primeras realizaciones proyectadas fueron un documental y una ficción, que abordan la temática de la luna. Las dos que vienen están enfocadas en estaciones espaciales y en los rescates. Se trata de Salyut-7 – Héroes en el espacio, de origen ruso, dirigida por Klim Shipenko (martes 20) y la estadounidense Apolo 11, dirigida por Todd Miller (martes 27).

–¿Qué dinámica tienen los encuentros?

–Se proyecta la película y luego se escenifica un conversatorio. Para este ciclo, la persona que nos acompaña es Walter Elías, de la Fundación Observar para la ciencia y la comunidad, de la ciudad de Oro Verde. Y naturalmente el público participa.

En la última función observamos la luna desde un telescopio que trajo Walter y, durante el avistaje, se siguió hablando de la película y de astronomía.

–¿Cómo ha sido la recepción del público, no sólo en cuanto a asistencia sino en cuanto a participación?

–La participación ha sido excelente, la verdad. Estamos felices por las charlas, por la calidad de la escucha, por los intercambios que se dan luego de las proyecciones. El objetivo es ver una película en comunidad, que se contagie la sensibilidad, que nos encontremos con otros para aprender y para escucharnos.

Paraná es una ciudad con mucha actividad de cine club. Su labor es importante porque balancean la ecuación.

–¿Cómo es eso?

– Es que las carteleras comerciales no ofrecen mucha variedad, las películas se repiten y cada vez es más dificultoso encontrar filmes subtitulados, seleccionados por su aporte estético, por el abordaje de determinado tema o problemática o por la manera de narrar. Los clubes de cine en ese sentido son espacios muy valiosos y nos encanta ser parte de todo ese movimiento.

–¿Cómo se integra este ciclo a las otras propuestas de exhibición del Instituto?

–La política de exhibiciones es crucial para el Instituto. Y la pensamos por el lado de la programación del cine club y también desde cómo dialogan con la propuesta del FICER. Al mismo tiempo estamos dando forma al programa Cine en las escuelas, direccionado hacia la posibilidad de pasar películas en la ruralidad.

Al mismo tiempo, nos interesa compartir aquellas historias que proponen una tensión y nos permitan asomarnos a cómo nos ven. Por eso, buscamos proyectar la mayor cantidad de películas entrerrianas.

Buscamos entonces que cada material audiovisual, en los diferentes espacios, de algún modo converse con el resto. Buena parte de nuestras discusiones pasan por ahí: cómo construir sentido de pertenencia mientras disfrutamos del cine que nos gusta.

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